El manejo de los recursos financieros destinados a obras de desarrollo tanto en la ciudad como en el Departamento, se convierte en un serio problema a tiempo de considerar su aprobación, sea en la instancia de la Asamblea Departamental o al interior del Concejo Municipal.
Cuando se menciona el Programa Operativo Anual (POA) en una instancia o se toma en cuenta el ya trillado Plan de Desarrollo Departamental (PDD), concejales y asambleístas tienen muy marcadas observaciones, en unos casos con justificadas razones y en otras con argumentos más obstruccionistas que realistas, todo en relación a las condiciones políticas que se dan en el entorno de los organismos que manejan los recursos del pueblo, el Gobierno Municipal o la Asamblea Departamental.
Por simples observaciones de forma y no de fondo casi siempre injustificadas, se demora la aprobación del uso de recursos públicos y cuando se da el paso legal pertinente resulta que esos presupuestos no satisfacen las expectativas de la población, lo que significa que muchas obras anheladas en barrios de la ciudad o en poblaciones del área rural tendrán que esperar turno hasta la siguiente gestión debido a la poca importancia que los grupos de poder - en las instancias de aprobación - dan a ciertas obras, favoreciendo con abierto sectarismo algunos proyectos y descartando otros que en la prioridad de beneficio colectivo deberían tomarse en cuenta, especialmente si se trata de proyectos de saneamiento básico y no de maquillajes en zonas urbanas o composturas en áreas sociales del sector rural.
Entre asambleístas y concejales, una de las quejas es que no siempre se “socializa” con la oportunidad del caso, los documentos que incluyen los proyectos y las cifras, además se menciona que se hace muy poco por justificar con razones válidas la inclusión de ciertos planes que en la etapa extemporánea de una prolija revisión de Poas o Pddes, resulta que los dineros del pueblo se diluyen en obras que no satisfacen la expectativa de las mayorías.
Dirigentes de diversas organizaciones civiles, sindicales, empresariales, de vecinos, gremiales, sociales y otras que son parte de la colectividad muestran extrañeza porque en las entidades públicas no se ofrece informes completos sobre los complejos presupuestos, estableciendo con la mayor claridad esos datos elementales de ingresos económicos, su procedencia y luego el destino de los mismos, en función a prioridades que de manera pragmática eliminen los problemas de vecinos y comunarios, allí donde viven esperando mejores condiciones de vida.
Hay una escala de proyectos sociales que deberían medirse en función de su efecto colectivo, de su importancia en barrios o poblaciones rurales, de modo que ni muchos tinglados sean más importantes que agua y alcantarillado o energía eléctrica y hasta seguridad ciudadana para hacer llevadera la vida de vecinos que esperan atención a sus necesidades, lo que puede darse si los recursos del pueblo se utilizan adecuadamente y sin condición política.
Los recursos públicos generados a través de impuestos, por las asignaciones que dispone el Presupuesto General del Estado (PGE) y que provienen del buen uso de nuestros recursos naturales en su generalidad, los otros ingresos que son producto de donaciones o créditos concesionales deben ser utilizados responsablemente, el mal uso de los mismos dará lugar a sanciones contra quienes los dilapiden. Así de clara la situación sobre el uso de los dineros del pueblo en obras de desarrollo.
Fuente: LA PATRIA
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