Nuestro Gobierno, fruto de la revolución popular y democrática, ha soportado hasta ahora infinitas mentiras, como las de ser totalitario y autoritario, de dar alas a la corrupción mediante interinatos y compras directas, de tolerar actividades ilícitas y de tener un doble discurso sobre el cuidado del ambiente y los derechos humanos.
Pero ninguna de esas calumnias se compara con la que afirma que nuestro programa se basa en un “secante estatismo”, como varios trasnochados de la larga noche neoliberal nos quieren hacer creer, utilizando a los medios opositores que no se cansan de manipular, alterar y tergiversar las preclaras declaraciones de nuestro líder.
En ese contexto, nosotros, miembros del Comité Antiestatista, Revolucionario, Autodeterminista e Yndigenista (CARAY) hoy nos hemos auto convocado para dar una respuesta colectiva, contundente y científica, a esas calumnias que están afectando la moral interna, la economía y, ¿por qué no decirlo?, la imagen misma del Gobierno, frenando las inversiones que buscan desesperadamente llegar al país.
Basta, señores, de calumnias e imposturas: definitivamente nuestro Gobierno no es estatista y así lo demostraremos a continuación.
Tomamos la minería, uno de los pilares de la economía nacional. ¿Dónde está el estatismo secante? Qué nadie se deje engañar por unas cuantas medidas de nacionalización que tuvimos que asumir para “salir” de situaciones inmanejables. Lo hemos demostrado con creces: la minería estatal nos estorba y preocupa por sus efectos en la ortodoxa política económica que profesamos. Definitivamente estamos del lado de los compañeros cooperativistas, quienes, además de aportar 20 veces más votos que los sindicalizados, aplican cabalmente nuestra visión de una economía pujante en lo social, justa con el fisco y armónica con el ambiente.
O miren a las universidades estatales. ¿Quién, en su sano juicio, podría afirmar que nuestro Gobierno desea que se fortalezcan? Acá no hay por donde perderse: en innumerables ocasiones nuestro líder ha expresado sin rodeos lo que piensa de esas universidades y de los estudios superiores; nuestros funcionarios han tenido que inventar mil trabas para que no se gasten los recursos que la ley lamentablemente nos obliga a asignarles; nuestra política salarial, mediante el techo salarial (que para nosotros es una terraza sin límites), ha logrado la migración de valiosos recursos humanos hacia la educación privada.
Asimismo, se dijo que el 82% de los ingresos petroleros eran para el Estado. ¡Bellacos! Acaba de salir un estudio independiente que muestra que el Estado se queda con un 70% y además sin que las empresas gasten en exploración y riesgo. ¿A eso los vendepatrias le llaman “estatismo secante”?
¿Y el Tipnis? Sólo un fanático opositor podría calumniarnos de estar defendiendo los intereses del Estado o de querer conservar un parque nacional. ¡No descansaremos hasta que el Tipnis sea aprovechado por empresarios de todo el espectro de la santidad!
Para terminar, ¡valoren el ejemplo del Vice! Se quedaron con los crespos hechos los que esperaban ver realzado y publicitado su matrimonio civil, el único válido para nuestro Estado Laico. En su lugar se ha realzado, por su belleza y significado, dos ceremonias religiosas y se ha relegado al ámbito privado el rol del Estado en esa boda.
De modo que, si quieren vituperar y denigrar al proceso de cambio, invéntense otras fábulas más creíbles que el “estatismo secante”, porque, al igual que las mayorías, nosotros amamos y valoramos al Estado por el provecho que le sacamos.
(*) Es Físico y no es miembro del CARAY
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