Día que pasa saltan a la vista más incongruencias que nos colocan ante la disyuntiva de asumir por cuenta propia la defensa y preservación de nuestros derechos, de nuestros bienes y de la seguridad personal que supuestamente contamos pero que está lejos de responder a la expectativa que tenemos de vivir mejor.
No es exageración, pero mientras algunos dignatarios de Estado se afanan en mostrarnos un país bonancible con altas reservas financieras en cuentas bancarias, con buena cantidad de oro físico en las bóvedas del Banco Central, con gente que disfruta en todas partes de condiciones admirablemente positivas, resulta que en la otra faceta de nuestra cotidianidad la cosa es muy diferente, pues hay miseria, la seguridad ciudadana es sólo un slogan, en el sistema productivo faltan garantías, en el hecho tributario los formales cargan el peso inequitativo de la evasión que producen los informales, mientras que la mercadería de contrabando sigue campeando en los mercados y en las calles, además que los delincuentes hacen de las suyas en la vía pública, asaltan, lastiman a los desprotegidos ciudadanos y la vida sigue igual, como si nada pasara.
Es realmente incongruente saber que entre nuestras autoridades no se puede lograr pactos de servicio comunitario, alianzas estratégicas que permitan desarrollar los más caros anhelos que arrastramos de hace años atrás. No se entienden ni sectorialmente, entre concejales y ejecutivos municipales, como tampoco entre asambleístas y el gobernador, menos por supuesto entre todos ellos y los parlamentarios o estos y las entidades ciudadanas, es así de complicada la situación que retrasa los emprendimientos, hay mala ejecución presupuestaria, pero mucho alboroto propagandístico confundiendo a la opinión pública.
No hay congruencia en los fines y objetivos que deben cumplirse para beneficio común, cada autoridad cree tener la razón para impulsar proyectos aislados cuando en realidad podría lograrse un doble beneficio si se coordinan todos los proyectos y se disponen racionalmente los recursos, de modo que realmente mejoren los servicios a favor de la comunidad ansiosa mucho tiempo por recibir el retorno de su esfuerzo tributario, de su paciencia ciudadana y de la postergación del respeto a sus derechos.
No se puede perder más tiempo en acciones meramente circunstanciales, hay necesidad de establecer condiciones apropiadas para unir a las organizaciones oficiales y las instituciones locales, en todos sus niveles y en la amplitud que merece un gran proyecto de unidad orureñista para salir adelante, empujando el carro en una sola dirección como lo han propuesto en algunas instancias, aunque todavía sin resultados positivos.
Oruro se caracteriza por formular planteamientos dinámicos para encarar planes de desarrollo colectivo, resulta que los mismos se rescatan en otros distritos y se los ejecuta con buenos resultados. Lo que falta aquí es decisión para dialogar, entereza para trabajar conjuntamente deponiendo las instancias de sectarismo político partidista, para poner en alto los intereses del departamento, de modo que la gente de hoy y las generaciones del futuro reciban el beneficio de una tarea mancomunada, congruente, útil y práctica.
Fuente: LA PATRIA
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