Jueves 06 de septiembre de 2012
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Cuando en unas elecciones hay dos actores centrales, usualmente, pero no siempre, el ganador es aquel que se muestra más capaz de moverse hacia el centro captando a los claves sectores intermedios.
Humala en el Perú y el Partido de los Trabajadores en Brasil dejaron de perder comicios cuando se distanciaron de primigenios discursos izquierdistas y se aliaron con "moderados". En Reino Unido el único candidato conservador que no se desplomó en las municipales del 2012 fue al alcalde londinense Boris Johnson, quien adoptó muchas posiciones sociales y centristas apelando a un sector del electorado tradicionalmente laborista.
En el caso de EE.UU., los republicanos en el 2008 escogieron como a su cabeza de formula a McCaine, quien buscaba distanciarse de planteos muy conservadores y halcones de la era Bush y adoptaba algunas políticas demócratas. Sin embargo, esa estrategia fracasó, pues no lograron evitar el triunfo de Obama, el mismo que navegaba con viento en su favor ofreciendo cambio y aprovechando el desgaste del bushismo.
Ahora los republicanos han adoptado una fórmula diferente. En vez de pegarse al centro, se han derechizado aún más. Mitt Romney ya no es aquel exgobernador de Massachusetts quien se mantenía abierto a la regularización de los inmigrantes indocumentados, al aborto, a los derechos de los homosexuales y a diversas políticas liberales, y quien creó una versión local de un sistema público gratuito de salud.