Censo 2012: Etnización de la política

Fiel a su comprobado estilo de gobernar de manera autoritaria y centralista, Evo Morales, presidente de Bolivia - también presidente de los productores de la materia prima de la cocaína, la hoja de coca- hoy recurre a la etnización política mediante el censo de población 2012.

Uno de los primeros síntomas de su impostura democrática fue la politización de la justicia, merced a “guillotinas judiciales” para deshacerse de adversarios políticos. Sin cortar cabezas, claro, pero con éxito asegurado ya que la administración de justicia, el poder legislativo, el órgano electoral y el poder militar están subordinados sin ambages al poder político.

En esta coyuntura, la eliminación de la categoría mestizo en el censo de noviembre próximo no busca evitar el rasero de la homogenización, que invisibiliza las diferencias étnicas y culturales. Busca, más bien, sustentar el “ethos” del Estado Plurinacional en la dudosa tríada “originario-indígena-campesino”, para camuflar a sus afiliados cocaleros.

Los cocaleros son los paladines del proyecto socialista del siglo XXI. Aquí no habrá “dictadura proletaria”, pero si sistema totalitario-cocalero-militar-, sin independencia de poderes, sin respeto al Estado de Derecho, ni al debido proceso, ni a los Derechos Humanos, ni al pluralismo político. Tampoco transparencia económica ni rendición de cuentas y más bien secretismo, concentración de poder. En suma, menos ciudadanía, menos democracia, más hostigamiento al pensamiento crítico y a la libertad de prensa e información.

Como dice Fernando Mires, el gobierno de Morales y los suyos es una dictadura revestida de democracia. En siete años ha hecho con oposición ciudadanía, con las instituciones democráticas ya totalmente desmanteladas y con los recursos del Estado lo que hacían las pasadas dictaduras militares, y hoy los países bajo la égida de Hugo Chávez: despilfarro, mentiras, muertos, perseguidos políticos, exiliados, periodistas y medios de comunicación procesados y encarcelados, corrupción a granel, amén de la economía política de la cocaína y el narcotráfico viento en popa.

El Censo 2012 se inscribe en esa lógica de dominación. De ahí que siendo un instrumento de medición técnica estadística y radiográfica del país, se convierte en instrumento político ideológico de “etnización” de la política con consecuencias múltiples.

Las consecuencias 
La primera, como en el 2001, es una manipulación popular-populista sobre la composición identitaria de la población boliviana.

La segunda, es una justificación del ethos originario-indígena-campesino, creado en la Constitución Política del Estado Plurificciones, más que plurinacional. La discriminación, racismo y represión a los pueblos indígenas tierras bajas que defienden el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) evidencian con creces esa ficción “plurinacional”. Como si fuera poco, se suma la división de su ente matriz -la Central Indígena del Oriente Boliviano, Cidob- y ahora la militarización del Parque para llevar a delante las tareas de “guardia ecológica” anunciada el pasado 6 de agosto.

En la práctica, lo “pluri” se reduce a identidad andina-originaria-aymara, sin importar que 34 de las 36 etnias que figuran en la Constitución y que figurarán en el censo, residen en el Oriente.

El “Vice” García Linera expresó su proyecto político aymarófilo al inicio de su mandato. “No es la mayoritaria, pero es la identidad indígena más compacta territorialmente... es posible hablar de una identidad expansiva macroaymara... con capacidad de irradiación de su discurso, de su inteligencia... de su capacidad política y sus grados de institucionalidad... Su identidad es un hecho político.” Desde la “indianitud” se debe construir un único nuevo “neomestizaje de base y núcleo indígena”. (Revista Tinkazos # 20, La Paz, junio 2006).

De ahí se deriva la tercera consecuencia del Censo 2012: cero interculturalidad al negar nuestro mestizaje, pues no proviene de base y núcleo indígena.

El censo medirá, además, el aumento poblacional para la distribución de recursos financieros y escaños en la Asamblea Nacional. Santa Cruz es el departamento de mayor crecimiento y el más contestatario frente al centralismo por la defensa de las autonomías y por el patrón de generación de excedentes, agroproductivo exportador capitalista. Por esa razón, blanco de agresiones verbales, políticas, culturales y económicas por parte del oficialismo. Claro, el patrón cruceño no es afín a la impostora economía comunitaria oficialista, contradictorio si nos atenemos a la expansiva economía política de la cocaína y su larga cadena productiva capitalista ilegal y criminal.

Una cuarta consecuencia del próximo Censo 2012 apunta a disminuir la capacidad económica de la gobernación cruceña. El Ministro de Hacienda manifestó que podrían reformar la Constitución y las Leyes para tener “nuevos factores de distribución” de las regalías de hidrocarburos, en función de población. Como la mayoría se concentra en Occidente, es lícito pensar que pueden disminuir las que corresponden a Santa Cruz, y también manipular la distribución de escaños.

¿Habrá algo para los pueblos indígenas de tierras bajas, leales a la Cidob original que se oponen en abrumadora inferioridad de condiciones a la carretera que destruirá el Tipnis y a la consulta póstuma, que debió ser previa? ¿O la Cidob paralela creada por el Gobierno merced a prebendas y corrupción de conciencias, será la mayor beneficiaria?

En ese marco, el camino esencialista de la plurinacionalidad para construir “más democracias para nuevas ciudadanías”, “...está lleno de obstáculos y, a menudo, caminos paradójicos, con avances y retrocesos a la vista”, sostiene Cordero Ponce. La etnización del Censo 2012, apunta a ello, pues es una manipulación político-ideológica para garantizar el afán prorroguista y totalitario de Morales.