Domingo 02 de septiembre de 2012
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Editorial y opiniones
Si los caballos podrían votar no habría autos
02 sep 2012
Por: Carlos Decker-Molina
De acuerdo a la historia reciente, las textileras fueron las últimas industrias en incorporar procesos de producción basados en el microchip, lo que implicó una gran desocupación. Se cuenta una historia de una fábrica de textiles donde solo hay un perro y un obrero. El obrero está para darle alimento al animal y éste para evitar que aquel se acerque a la máquina. Las textileras hoy están en el sudeste asiático, en Turquía y en Corea del Sur, es decir en paraísos salariales.
Sin lugar a dudas la técnica ha sido la gran causante de la desocupación y del progreso.
Algunos carreteros se comieron al caballo para sobrevivir el hambre mientras que otros fueron a institutos de capacitación para aprender a conducir: de carreteros pasaron a ser chóferes asalariados. Es una explicación simple que se sintetiza con solo un vocablo: Educarse o reeducarse.
Ayer era más fácil porque las industrias necesitaban torneros, soldadores, ensambladores, etc. El conocimiento era de primer grado para los obreros. Los profesionales ingenieros, economistas y juristas son una categoría superior del conocimiento, pero las dos calidades se entrelazaban en la necesidad del progreso. Hoy los obreros del industrialismo han sido remplazados por robots y computadoras. Los trabajadores a cargo de esos nuevos instrumentos no pueden tener el conocimiento de primer grado, deben calificarse, estudiando más y los ingenieros, economistas y juristas igualmente están obligados a profundizar su educación.