Lo que fuera inicialmente la Caja Nacional de Seguridad Social (CNSS) y posteriormente con la eliminación de una palabra se convirtió tan sólo en la Caja Nacional de Salud (CNS), confrontó con la variante –como si una S en su sigla fuera determinante- una serie de problemas que la colocaron como entidad de servicio social, poco insegura y con una serie de falencias que no han podido superarse.
Lo lamentable del caso es que de ser una institución de Seguridad Social, por esos avatares de la política nacional se transformó sólo en organismo de servicios de salud para miles de sus asegurados, los que por supuesto, aún con deficiencias, reciben la atención médica necesaria y casi rutinaria, pero ya no hay perspectivas de pensar en un factor de aplicación práctica que se vincule realmente con la Seguridad Social de sus aportantes.
A raíz de los problemas que surgieron en el ámbito de los servicios de salud, con una prolongada huelga de sus profesionales y el resto del personal de apoyo y en función de los graves problemas que afectan a los servicios públicos y los del seguro, es que se determinó realizar los estudios pertinentes que permitan “visualizar” con absoluta claridad todos los problemas que ponen en duda la efectividad y eficiencia de los servicios de salud observados.
Una comisión intersectorial concluyó recientemente la elaboración y revisión de la propuesta de reestructuración de los servicios de la CNS que es la base –dicen- para el relanzamiento de esa entidad aseguradora, planteándose además , si fuera necesaria, una alianza del sistema con los servicios públicos y privados en funcionamiento.
Lo que se ha observado desde siempre es la deficiencia de los servicios hacia los asegurados, la falta de infraestructura adecuada, la carencia de personal médico especializado, atención precaria en lo que se conoce como medicina familiar, lo que mantiene a pacientes por mucho tiempo con tratamientos y dosificación limitada de medicamentos, además de obligar a los pacientes a largas esperas en los consultorios para brindar una fría y dudosa atención más rutinaria que práctica, carente de calidad y calidez profesional.
Si bien se han hecho esfuerzos e inversiones importantes en la compra de equipos médicos, algunos muy modernos, para los centros hospitalarios de la CNS, sucede que hay carencia de galenos especializados, que lamentablemente no pueden ser suplidos con profesionales jóvenes e inexpertos, por tanto se mantiene el círculo de los médicos insensibles que cumplen sus tareas más por obligación y necesidad que por apostolado de servicio profesional.
Otro problema que evidentemente debe ser encarado en el proceso de una reestructuración de la CNS es el que corresponde al sector administrativo que en la actualidad significa casi la mitad de todo el personal del sistema. Ese porcentaje debe ser reducido para permitir que existan más médicos y menos burocracia inefectiva.
En todo caso, la situación de la CNS, su futuro ojalá más efectivo, dependerá del modelo de reestructuración que se planifica y que podría ampliarse de manera efectiva con las alianzas estratégicas que se vislumbran. Un asunto que de manera general tendrá que ser incluido en la próxima Cumbre de Salud.
Fuente: LA PATRIA
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