EDITORIAL

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Los hechos conseguidos con sacrificio tienen un valor incalculable en la vida. Muchas veces nos preguntamos ¿a qué vinimos a este mundo?, la respuesta podemos encontrarla en La Biblia, ya que Dios creó al mundo con una finalidad y solo necesitó de siete días para hacerlo. Si bien nosotros no crearemos un mundo en ese lapso de tiempo, nos tomará toda una vida como seres humanos, para cumplir un objetivo.

Pero, las cosas no se darán de la noche a la mañana, o caerán del cielo; por el contrario, tenemos que trabajar muchísimo para conseguir los designios del destino y más si queremos tener una vida relativamente digna, lejos del padecimiento.

Nada es eterno en esta vida y algún día tarde o temprano dejamos de tener esa ayuda paternal o maternal, por ello, uno debe salir del hogar para forjar su propio destino.

Obviamente no será nada fácil, porque es complicado surgir en una sociedad que es egoísta por muchos motivos, donde la envidia y los comentarios serán los enemigos más comunes en la lucha por ser el mejor.

El trabajo honesto será la tarea más significativa para llegar a atravesar cualquier obstáculo, pese a que mucha gente, lo único que piensa en este mundo de cambio irreversible y de maldad, es lograr riquezas de manera fácil e ilícita, desconociendo que el fruto del trabajo será el mejor regalo que una persona pueda tener.

Seguramente, por algunas razones no se tuvo la oportunidad de estudiar, pues la labor de superación y de sacrificio será mayor, ya que si uno quiere puede llegar lejos, pero no como dirigente sindical, sino como un verdadero ser humano.

Empezar a trabajar desde abajo, para luego lograr estudiar una carrera técnica para luego tener un poco de dinero que ayude a la subsistencia y en un futuro no muy lejano, estudiar una carrera profesional que den réditos para surgir en este mundo.

Una vez conseguido ese reto, el siguiente paso debe ser más trabajo y luego gozar de la vida, después de tanto peregrinar en busca de una oportunidad que se encontró con mucho esfuerzo y dedicación. Al final, respirar tranquilo con la frente alta y con la dignidad henchida de orgullo muy arraigado en el corazón.

Trabajar no es malo, solo se necesita disciplina, constancia y dedicación para superar las metas trazadas. Cuesta, todo cuesta, pero la recompensa será tan gran como el sacrificio.

Ese es el ejemplo que debemos dejar a las futuras generaciones, la pasión por el trabajo, obviamente sin descuidar otros aspectos que serán vitales para la formación de un ser humano, como son los valores, la familia o las creencias que se tengan.

Dejar de ser flojos para tener una Patria grande será el fin primordial que nos haga grandes cada día, pero si desistimos de este ideal, tarde será nuestra reacción porque lo único que habremos hecho en esta vida, es fracasar en un viaje sin retorno o que será tarde para enmendarlo.

Fuente: LA PATRIA