Una inmensa soledad rodea Iroco, los cerros desnudos o desnudándose, o simplemente abriéndole cavernas en su mismo corazón. El Centro de Retiros a cargo del obispado de Oruro, cuya administración fue concedida a las Siervas de María Reparadoras que se encuentran en Bolivia sirviendo a la colectividad nacional.
Aquí, se encuentra la Empresa Minera Inti Raymi, explotando las riquezas mineralógicas que cobijan en el seno de la tierra orureña, fecunda y grande. Las movilidades de lujo, con sus ejecutivos, con tres guardias que custodian un pequeño palacete junto a la placita en la que se distingue un busto del industrial desaparecido don Mario Mercado Vaca Guzmán.
El pueblo parece apacible, sin embargo, hay un intenso movimiento interno de extracción de oro y otros minerales que, naturalmente, con los impuestos benefician al país. Debemos insistir y ratificar nuestra posición: requerimos inversión privada para que la nación salga adelante, necesitamos capitales que son los que duplican riquezas. Se debe garantizar a todos el derecho de ganar invirtiendo pero, aquí señores se advierte una destrucción de la naturaleza con la desaparición y voladura de sus cerros, para extraer el metal. El precio definitivamente es, muy alto porque se dispara en la cabeza de la vida.
Hace dos décadas, conocimos por primera vez Iroco en un retiro que lo guardamos con mucha valoración. Hoy, amables lectores comienza una planicie artificial fruto de los dinamitazos de la Empresa Inti Raymi y otras empresas con concesiones para extraer piedras para la construcción. Evidentemente se debe construir, edificar, progresar precisamente con monstruos de piedra en una capital que requiere la conservación de la naturaleza. El precio es muy alto, la geografía de esta pequeña ciudadela va perdiendo su encanto y constituyéndose en una amenaza pues; los siglos que tardó la naturaleza en formar estas bellísimas formaciones se están destruyendo sin ningún control por parte de las autoridades llamadas a cumplir con sus deberes.
Cruzamos a pié un cerro aledaño a las oficinas de Inti Raymi y la Casa de Retiro por una camino de herradura o desecho como comúnmente se habla en la jerga del pueblo; de allí se divisa un laguna envenenada, por los elementos químicos que procesan el oro. Aplanadoras y camiones de alto tonelaje de la citada Empresa trabajan con una precisión de reloj. Con toda seguridad que la Inti Raymi paga impuestos y tiene contrato legal. Es lo correcto y legítimo. Preguntamos: ¿Quién controla? ¿Qué autoridad supervisa la destrucción cual aplanadora de todo un territorio?
La fiesta de la localidad se celebra el 2 de febrero, como es corriente una fiesta religiosa a las que acuden los naturales, con la misa de fiesta y presencia de autoridades. Vecinos y lugareños nos comentan que hubo toma hace años del Centro de Retiros cuya construcción se debe a la infatigable labor del Siervo de María, Pbro. Alfonso Massignani en la época que fue Vicario General del Obispado. Esa toma, fue instigada por personas interesadas en encontrar una posible veta de oro. Unos dicen que fue orquestada por poderosos intereses cercanos a la actual Empresa Inti Raymi. Otros por intereses político partidarios por personas afines al actual gobierno. Debemos dejar en claro en homenaje a la verdad y rigor periodístico: ningún rumor o corrillo, es información digna de crédito para publicarla como noticia seria. Ahora, viene la normal pregunta: ¿Se investigó las causas de la toma de una propiedad de la Iglesia Católica, en tiempos que el Estado Nacional se declaró laico? Evidentemente, el obispado puso sus documentos al día y recuperó la propiedad que en derecho les correspondía.
Iroco, se deshace en nombre del oro y, con ésa desmedida ambición de poseer, de disfrutar, de explotar el valioso mineral, no se tiene misericordia con la vida que, es sujeto cabalmente de nuestra presencia en la tierra. Iroco es la misma soledad del pueblo boliviano que, muchos en su nombre hablan, discursan, elaboran leyes, las más avanzadas de América y nunca cumplen, porque precisamente los mecanismos y las autoridades encargadas de hacerlas cumplir son las que cometen de omisión y negligencia en el cumplimiento de sus deberes. Por otro lado, ahora comprobamos que, no es un problema de leyes, si ninguna persona, institución, ministerio, gobernaciones, la cumplen porque no hay un culto a la ley: la honra a la fuerza espiritual que emana de las leyes radicando ahí su fuerza moral.
Una nación ácrata, es una nación que vá hacia el precipicio. No tenemos una conciencia moral del desastre que lo vemos venir y, sin embargo no hacemos algo de lo mucho que debería hacerse para defender la tierra, su geografía, sus riquezas, sus lagunas que son el presente, el pasado y el mañana de nuestros afanes.
En el momento que adjetivizamos que, no tenemos conciencia moral del desastre, es por el mismo hecho que, el país, como sostiene don Mariano Baptista Gumucio, va "de tumbo en tumbo" sin que se pueda atajar la caída al precipicio...!
Los primeros días de agosto se marchan y, también toca ausentarnos de esta tierra apuñalada en sus pulmones y corazón por la voracidad humana, por la depredación sin Dios, menos ley.
(*) Escritor
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