Si bien un nuevo proceso electoral se producirá en nuestro país el año 2014 hay necesidad de que para esa nueva confrontación democrática esté listo un conjunto de medidas, propiamente las reglas de juego que permitan de la manera más clara la participación de las organizaciones representativas de las diferentes corrientes ideológicas de la población boliviana.
Es una forma de reconocer la participación de los partidos políticos, elementos sin los cuales no podría hablarse de la democracia participativa y menos del respeto a la libertad del electorado para definir la suerte de la Nación eligiendo entre una lista de ciudadanos, aquellos que logren el mayor respaldo.
Las últimas elecciones se desarrollaron al amparo de la Ley de Partidos Políticos vigente desde 1999 y que fue observada por algunas imprecisiones que plantearon los propios partidos, sugiriendo especialmente modificaciones para hacer del instrumento un factor de garantía y seguridad para que el voto popular y la voluntad del pueblo se respeten.
De entonces a la fecha se han producido transformaciones que podrían ser calificadas de “naturales” por el efecto político que se ha producido con el alto porcentaje que alcanzó el partido gobernante y que amplió su mandato y aún puede definir su participación en los próximos comicios con su candidato de reelección, situación que efectivamente preocupa a la oposición que aún no atina a reorganizarse para enfrentar el próximo reto eleccionario.
De aquí adelante el tema de los partidos políticos estará transitando por la instancia legislativa donde se inició la elaboración del proyecto de ley de organizaciones políticas, documento que para ser más eficiente tendrá que recoger las diferentes opiniones de los sectores políticos, de los organismos laborales, empresariales, vecinales, indígenas y otros que tienen visiones muy especiales sobre el instrumento que debe normar la participación de partidos políticos y su reconocimiento como tales.
Sin lugar a dudas se trata de un proceso democráticamente complejo, con muchas aristas que deberán limarse a medida que avance el tratamiento del proyecto, de manera que se pueda consensuar criterios que hagan más segura la participación ciudadana, que los partidos puedan organizarse bajo reglas efectivas de reconocimiento legal de modo que sin ser muchos, sean una genuina representación de segmentos ciudadanos.
Lo que se ha visto hasta algunos años atrás es la triste dispersión del voto ciudadano por la vigencia de partidos políticos que “crecen como hongos” y que a la hora de contar sus adherentes son tan pocos que sólo desvirtúan el libre juego democrático, confundiendo intereses sectarios con los anhelos reales del pueblo, funcionando inclusive con mínima cantidad de militantes, tan pocos que en el momento dado, no pueden ni siquiera solventar la multa electoral por no alcanzar determinado porcentaje de votos.
Hay que modernizar la participación de los partidos sin que se altere ni un solo milímetro el concepto democrático y el respeto a la voluntad ciudadana, empero esa fuerza de la comunidad debe ser canalizada hacia objetivos muy claros para que en el orden político general prevalezcan las condiciones reales en los organismos políticos por encima de las poses ilusorias poco funcionales y alejadas de la realidad nacional.
La nueva Ley de Organización Política debe mantener el cauce democrático que caracteriza el país, pero con un implícito reconocimiento hacia la dirigencia política por parte de la ciudadanía para tener en adelante pocos partidos pero cualificados y no muchos meramente electoralistas.
Fuente: LA PATRIA
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