El dirigente de la Cidob, Adolfo Chávez, salió al frente de una declaración del Primer Mandatario, quién ha manifestado, que “si los indígenas aceptan y autorizan el camino, yo me atrevería a decir que sea subterráneo; sería un camino ecológico, pero además turístico”. Por su parte, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, este lunes abrió, también, la posibilidad de “construir una carretera por debajo de la reserva natural o buscar alternativas técnicas que no afecten ni dañen el medio ambiente en la zona”, en un reconocimiento implícito que una carretera, afectaría el medio ambiente del Tipnis.
“Nos cansamos rogando por construir un camino”, habría añadido don Evo Morales, en un arranque que muestra, ciertamente, una insistencia obstinada en construir la carretera cruzando el parque nacional. Y, lo peor es que el Ministro que tiene a su cargo “La consulta previa”, hasta se atrevió a declarar que existen veedores de Naciones Unidas, tratando de mostrar transparencia en la referida consulta. Y, claro, fue desmentido de forma inmediata por ese organismo internacional.
Esa insistencia en pretender construir la carretera por el Tipnis, lleva a la ciudadanía a preguntarse, qué existe detrás de ese propósito poniendo en tela de juicio, inclusive, la popularidad del oficialismo. Ya parece una novela de ciencia ficción, de varios capítulos, de marchas y movimientos de protesta.
El dirigente de la Cidob, tal vez con más tino dijo: “no creo que le resulte (la carretera ecológica), tendrían que llevar a personas que saben nadar porque ni bien le tiren los primeros tres metros hacia abajo bota agua, se va a inundar todo, o tendría que comprar varias motobombas para ir desaguando y construyendo al mismo tiempo”. Eso, tiene más sentido.
Parecería que existen poderosas fuerzas que llevan al gobierno a imaginar cosas como la de construir más de cincuenta kilómetros de un túnel, en territorios llenos de ríos. El sólo pensar en esa posibilidad, si fuera cierta, ¿cuál sería su costo?; ¿qué empresa se atrevería a semejante desafío?
No basta añadirle la palabra “ecológica” a la carretera, para mostrar que no dañará el medio ambiente y la biodiversidad, es una carretera cuestionada, y punto. Es lo mismo que “el batallón ecologista” que es, de cualquier manera, intervención armada a un parque nacional.
Tanto el Gobierno, como los indígenas asentados en ese territorio, debieran buscar un equilibrio, y ponerse de acuerdo sin ningún tipo de presiones, para ver qué es lo que ciertamente le conviene al país y a las reservas ecológicas de ese territorio que son patrimonio de todos los bolivianos. Eso sí, con propuestas aceptables, técnicamente viables en base a estudios técnicos serios y sustentables.
La carretera por el centro del Tipnis, le quita el sueño al Poder Ejecutivo. O más bien, le hace soñar despierto, con propuestas nada serias como la construcción de una “carretera Ecológica y hasta turística” por debajo de territorios inundados por ríos y enmarañados de profundas raíces de los bosques. Es como plantear construir una carretera a través de un puente por encima de ese territorio.
Por lo menos… esa es mi opinión
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