El ineludible problema de la acumulación de deshechos o como se conocen también los residuos sólidos, pero comúnmente definidos como basura, constituyen un grandísimo problema en muchas ciudades, especialmente en las urbes y con menor efecto, pero igualmente grave en otros centros urbanos donde la situación se complica si además no existen políticas específicas para tratar el asunto como parte de la salud pública.
Hay una serie de aspectos que complican la ya difícil situación de mantener la ciudad limpia, peor aún si hay limitaciones técnicas como las que confronta la Empresa Municipal de Aseo Oruro (EMAO), cuyo parque automotor está obsoleto y no hay posibilidades de reemplazarlo debido a la carencia de un presupuesto específico para ese fin.
Los antiguos carros basureros que recorrían la ciudad advirtiendo su presencia con una sonora campana, fueron reemplazados años atrás por otros flamantes motorizados que formaron parte de la empresa que se adjudicó la labor de limpieza de la ciudad, Dimensión Enasa, que trabajó con asesoramiento de expertos chilenos en el manejo y disposición de residuos sólidos, estrenando además una dotación de vehículos financiados por la CAF y que con el pasar del tiempo, tras reparaciones y cambios de repuestos, con poco mantenimiento y utilizados al máximo, en la actualidad todavía salvan la situación, pero en cualquier otra ciudad con políticas adecuadas de servicio hubieran sido retirados como chatarra.
Es cierto ese dicho que utiliza EMAO al señalar que “una ciudad limpia, no es la que más se barre, sino la que menos se ensucia” y este inobjetable factor tiene incidencia en la desaprensiva acción ciudadana, que por falta de una adecuada disciplina y conciencia de limpieza deja la basura que genera en las calles sin esperar la llegada, quizás atrasada, de los destartalados basureros, permitiendo que centenares de perros callejeros completen el cuadro de desastre urbano con basura extendida en todas parte.
El tema de la basura tiene que ser tomado en cuenta en las políticas de salud pública, por tanto merece incluirse en los presupuestos, tanto de la Gobernación como del Gobierno Municipal, pues cuidar la salud de la población tiene que ser responsabilidad conjunta de nuestras autoridades y eso implica generar los recursos necesarios para reemplazar cuanto antes los obsoletos carros basureros y además completar ese parque técnico de movilidades con camiones compactadores y hasta palas mecánicas, además de adquirir contenedores que sean ubicados en la mayor cantidad de barrios de la ciudad.
Pero de nada servirá mejorar las condiciones técnicas y materiales de la empresa de aseo, sea cual fuese, si paralelamente no se llega a la conciencia ciudadana para educarla de manera práctica en el cumplimiento de sus deberes, esto implica que las mismas autoridades locales deben disponer de los mecanismos necesarios, para sancionar con multas pecuniarias, con arresto y hasta con trabajos sociales a todo ciudadano infractor que sea descubierto transgrediendo las normas de aseo, como sucede en cualquier ciudad del exterior; esa será la única forma de mantener más limpia la ciudad, aún con las restricciones propias del tiempo presente que por supuesto amerita la aprobación inmediata de políticas conjuntas.
Hace muchos años un alcalde, respetado por sus decisiones, mantenía la ciudad limpia, incluyendo el lavado de calles, pero sobre todo sancionando drásticamente a infractores, sean los que fuesen, ensuciar la ciudad era un delito penado con multa y arresto. No hay otra alternativa, sólo que en el presente falta la fuerza de autoridades competentes para imponer disciplina ciudadana.
Fuente: LA PATRIA
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