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Domingo 12 de agosto de 2012

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Revista Dominical

Demandantes y ofertantes de miseria humana

12 ago 2012

Fuente: LA PATRIA

Por: Márcia Batista Ramos - Escritora

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El infortunio humano representa una fuente inagotable de riquezas, razón por la cual, crece cada día la trata y el tráfico de personas a nivel mundial. Un negocio que mueve muchos miles de millones de dólares al año, a costa de vidas y cuerpos ajenos en una flagrante violación de los derechos humanos. Es un delito internacional de lesa humanidad. Es una violación a los derechos humanos que atenta contra la libertad y la dignidad de las víctimas.

La siniestra actividad criminal transnacional que crece más rápido en la actualidad, es el tráfico de seres humanos para la explotación sexual, laboral o extirpación de órganos, llegando a ocupar el tercer lugar entre los negocios ilícitos más rentables. Las mujeres y los niños representan el ochenta por ciento de las víctimas en todo el planeta, por su condición de mayor desigualdad y consecuente vulnerabilidad.

Siempre que se habla de desigualdades, de abuso de poder, de actitudes que perpetúan la violencia se mencionan: fuertes y débiles.

Fuertes son los mentecatos que creen que los fines justifican los medios y hacen "lícito" él: matar, golpear, violar, amedrentar, traficar.

Para conseguir su fin: el “placer” y el dinero.

Débiles son los niños, las niñas, los adolescentes, las adolescentes y las mujeres víctimas del tráfico y trata de personas para el comercio sexual y otros.

Cuando un traficante se apodera de una mujer, de un niño o adolecente sus vidas cambian para siempre, además que normalmente se abrevian por las malas condiciones de salud y situación de violencia a que son permanentemente expuestos. Ellos desaprenden como se sonríe, que es ser feliz, sufren trastornos mentales y son sometidos al uso de estupefacientes para poder soportar la permanente violación sexual. La muerte temprana y trágica es un descanso para la dolorosa y miserable existencia de estas mujeres y niñas explotadas por mafias.

Es escalofriante y alarmante la revisión de cifras estimativas de esa tragedia, que se llama tráfico para el comercio sexual. Entretanto faltan estrategias gubernamentales efectivas para terminar con ese flagelo. El crimen organizado en diferentes regiones del mundo se encarga del comercio como contrabando y tráfico, de mujeres y niñas para países que consumen personas como si se tratara de objetos en una constante afrenta a la vida.

Esa anomalía social ocurre porque, en primer lugar, los humanos del sexo masculino, pierden de vista los valores éticos y morales como la dignidad y la integridad, buscando saciar sus impulsos sexuales, aun los más morbosos y enfermizos, a costa de miles de víctimas, gracias al poder del dinero; sin relacionarse con el otro ya que son incapaces de desenvolverse como personas normales; sin importar el sufrimiento que está impartiendo a la niña, niño o mujer a quien está sometiendo. Esos hombres aberrados miserablemente mezquinos son los demandantes de miseria.

En segundo lugar, se encuentran los criminales que se ocupan de traficar con vidas ajenas y prostituir cuerpos ajenos, ya que en sus mentes es como si no se tratara de personas y sí de mercancías; sin preocuparse por las consecuencias de sus actos, ellos generan más miseria humana, ya que el machismo patológico es parte de su cosmovisión enfermiza. Esos hombres y mujeres mafiosos son los ofertantes de miseria humana, el planeta no los necesita, pero, desgraciadamente están ahí, impunes y arrogantes envueltos en el bienestar que el dinero puede comprar.

La pobreza es un factor que favorece en gran medida al incremento de los índices de tráfico para la explotación sexual y muchas otras aberraciones.

Precisamente, porque se relaciona con la prostitución, se desconoce la proporción de mujeres que son víctimas del comercio sexual forzado. Pero, hay que darse cuenta que cuando se trata de menores de edad, adolescentes, niños y niñas en el comercio sexual, se trata invariablemente de prostitución forzada, por proxenetas inescrupulosos.

En el caso de las mujeres sometidas a la trata, existen muchos factores que propician la existencia de ese tipo de violencia, pero, la discriminación hacia las mujeres es la punta del iceberg, seguido del desempleo, agregado a la poca formación académica y mano de obra descalificada en los países de origen, dando lugar a la inmigración. Ante la necesidad de inmigrar sola, para intentar una vida mejor con mayor bienestar para ella y los suyos, muchas mujeres caen en la red de las mafias. También, se suma la violencia basada en la desigualdad de género, tanto en la vida privada como en la vida pública de la mujer que inmigra, muchas veces para alejarse de un hombre agresor y termina en manos inescrupulosas de traficantes de “blancas”.

La inmigración por razones económicas y los desplazamientos por conflictos bélicos o por catástrofes naturales, dejan a las personas en situación de vulnerabilidad y riesgo ante el crimen organizado.

La inseguridad jurídica, las franjas fronterizas muy amplias y con escaso control y la pobreza general de un Estado, sirven como detonantes del fenómeno. Tanto es así, que en nuestro país crece día a día el número de personas desaparecidas. Un estudio de la Organización de los Estados Americanos (OEA) advierte que Bolivia es uno de los cinco países de Sudamérica con más casos de trata y tráfico de personas. La mayoría de las víctimas de tráfico y trata en Bolivia, son capturadas a través de publicidad engañosa y llevadas fuera del país.

El tráfico y explotación de personas, son impulsados por la demanda de cuerpos de mujeres e infantes en la industria sexual; que es alimentada por una oferta de mujeres que son marginadas del ejercicio de sus derechos ciudadanos y humanos elementales; a quienes se niegan derechos y oportunidades iguales de salud, educación, protección, trabajo, libertad de opción y progreso económico entre otros tantos derechos violados, situación perpetuada por traficantes y demandantes que pueden explotar el infortunio humano casi con total impunidad.

La imperdonable impunidad, favorece la continuidad de ese nefasto fenómeno social, debido a Leyes insuficientes o inadecuadas, el trabajo deficiente de los operadores de justicia, sanciones ineficaces, corrupción o complacencia de las autoridades y la forma en que toda la sociedad ha vuelto invisible el problema tomando como caso aislado, un mal casi endémico de la sociedad.

La actividad criminal crece con un dinamismo impecable, mientras la sociedad en su conjunto busca lentamente los mecanismos para contrarrestar semejante vileza.

Invisibilizar este problema del tráfico y trata de personas, es cerrar los ojos para los derechos fundamentales de toda la humanidad. Por ende, es de fundamental importancia denunciar las actitudes sospechosas de trata de personas, como ser, casa particular donde entran y salen hombres frecuentemente, pues, adentro puede estar una niña desaparecida siendo flagelada por los psicópatas, generalmente de buena apariencia, que entran y salen del domicilio mientras los dueños de casa lucran con el infortunio de la criatura.

Ante ese crimen, de ribetes aún más trágicos cuando implica a la infancia, es urgente tomar conciencia de que nadie es una isla y preocuparse con el no ejercicio de los derechos humanos de los demás, porqué también son los derechos humanos de uno.

El respecto y la libertad son fundamentales para preservar los derechos humanos de todos. No querer percatarse del problema o minimizarlo es lo mismo que “dar el visto bueno” para que los mafiosos sigan adelante. No importarse con semejante miseria humana, es arriesgar la propia vida y de los seres más queridos, ya que nadie está libre de ser la próxima víctima del crimen organizado.

Desde mi punto de vista, el problema real de nuestro planeta es la constante vulneración de los derechos humanos. La sociedad en su conjunto, no asume la importancia real del respeto a los derechos humanos. El tema de derechos humanos, es un tema que se queda mucho en discursos. El tema de derechos humanos se queda mucho en papel, en forma de leyes que no se cumplen.

El tema de derechos humanos se torna un problema cuando no se los ejercen en la práctica cotidiana.

Fuente: LA PATRIA
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