Una vez más, se posterga la ubicación del Puerto Seco, que no será emplazado en el sitio que hace medio año había sido elegido y que ahora fue descartado en un taller que permitió analizar con mayores elementos las ventajas y desventajas de una decisión que no ofrecía las garantías necesarias para la funcionalidad de un proyecto que merece estar asentado de forma definitiva en una superficie apta para los fines consiguientes de su futura actividad, pero además con las mejores condiciones de accesibilidad y proximidad a los centros en que se desarrollarán las tareas de recepción y acopio de mercaderías, su despacho y el cumplimiento de todos sus trámites administrativos.
Como se trata del uso de terrenos de propiedad de comunarios, lo que salta a la vista es el interés de obtener las mayores ventajas, sin pensar mucho en las condiciones de un proyecto que en corto y mediano plazo debe responder al reto del desarrollo regional, por tanto su ubicación no puede estar en tela de duda y menos en situación de conflicto.
Una posición, con cierto grado de injerencia política, ha desvirtuado el sentido práctico de tomar decisiones estrictamente técnicas y favorablemente económicas para resolver el emplazamiento de la estructura del Puerto Seco, de manera que se puedan ahorrar algunos millones de bolivianos y se encare su funcionamiento por lo menos administrativo, en fase de implementación, en un lugar que tenga acceso directo por carretera asfaltada, que no resulte una odisea pensar en construir otra carretera, sabiendo de antemano cuánto cuesta y cuánto tardaría sólo ese necesario emprendimiento, aparte por supuesto de la estructura misma del Puerto Seco.
Ahora se habla de otras siete opciones para definir el emplazamiento del Puerto Seco sabiendo que en ese afán se perderá otro precioso tiempo y, aunque no se menciona el hecho, también tendrá que gastarse más billetes de los que podrían ser ahorrados si se estudian posibilidades reales y efectivas, prácticas y ahorrativas, tomando en cuenta que cuanto más se ahorre y más pronto se ponga en marcha el Puerto Seco, el beneficio departamental será objetivo y sencillamente útil a los propósitos de afianzar nuestra economía, garantizando el desarrollo departamental.
La posición que se esgrime en la actualidad tiene cierta validez técnica si se toma en cuenta que los comunarios de la zona elegida no pudieron sanear su derecho propietario situación, que como en otros sitios, puede alterar seriamente el detalle exigible de legalidad que importa la transferencia de terrenos para un proyecto como el Puerto Seco.
Ahora bien, la principal conclusión del taller mencionado, establece que “se trabaje en base a terrenos que están saneados y de los que puede disponer la Gobernación, para no tropezar con los mismos problemas”, una decisión que permite vislumbrar –por fin– una luz al final del túnel.
Los orureños esperan mucho tiempo que se concrete el proyecto del Puerto Seco y, lamentablemente, una serie de trabas han demorado su concreción y hasta se ha puesto en riesgo este macro emprendimiento departamental, todo por falta de decisiones pragmáticas como las de utilizar las instalaciones de la ex Inti Raymi, saneadas en la zona de La Joya, donde se aprovecharía gran parte de su infraestructura, existe una carretera asfaltada hacia la ciudad y conexión al occidente, hay agua, luz y hasta telefonía, todo instalado y funcionando, eso significa un ahorro para Oruro y una posibilidad de arrancar con el Puerto Seco antes de fin de año.
Fuente: LA PATRIA
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