EDITORIAL

Dios al crear el Universo, ha querido demostrar que todo fue hecho con una finalidad, con un objetivo.

En este caso y aunque para muchas personas los animales resulten ser molestosos, podemos decir que si están presentes en esta vida es porque algún beneficio nos pueden dar. Un claro ejemplo es la vaca, que nos da la leche y la carne que nos sirve para alimentarnos; mientras que su cuero es para abrigarnos, lo mismo pasa con otros seres vivos.

Pero también envió a la Tierra a una serie de especies todas con distintas características, también creó animales para que sean compañía de los humanos, como son en este caso, los perros y los gatos.

El perro es considerado como el mejor amigo del hombre, y quien pensó de esa manera no se equivocó, aunque muchas veces los humanos utilizamos el término “perro” en sentido despectivo, cuando en realidad debería ser todo un halago decirlo, por el comportamiento que ofrece este animalito, fiel a su dueño.

Son compañía inseparable para los hombres, mujeres y niños. Pero muchas veces nosotros los humanos abusamos de su sencillez y de su cariño, porque no los tratamos como deberíamos hacerlo; por el contrario somos mezquinos y malos, los maltratamos y no les damos las atenciones que merecen por el simple hecho de cuidarnos la casa, de proteger nuestra integridad o de ser nuestros amigos.

Los abandonamos cuando ya no los necesitamos, es más hasta los matamos porque creemos que se convirtieron en una molestia para los habitantes de la casa. Qué crueles resultamos a veces con estos seres inofensivos y que son un regalito de Dios.

Ellos sí son nuestros mejores amigos, porque no nos piden nada a cambio; no nos buscan por interés o cuando necesitan algo de nosotros y luego se olvidan. Así los tratemos mal, ellos siempre estarán, aunque temerosos, a nuestro lado.

Muy pronto se avecina el 16 de agosto, Día de San Roque, y por lo menos esa jornada brindemos a nuestras mascotas algo de cariño, si es que no lo demostramos durante el resto del año.

Que sepan que tienen un dueño que los cuida, que los alimenta de buena manera y que por sobre todas las cosas, los ama; que sepan que en nosotros también tienen un amigo fiel que aprendió a convivir con ellos.

Hagamos si bien no la promesa, por lo menos el compromiso de no maltratarlos y cuidarlos. No criemos mascotas que nos parecen muy lindas cuando pequeños y luego cuando crezcan las abandonemos a su suerte. No seamos despiadados con ellos, porque Dios nos dio la misión de cuidarlos y saberlos tratar como a una personita, que el destino puso en nuestro camino para amarlos.

Dehymar Antezana - Editor Tu espacio

Fuente: LA PATRIA