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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Francisco Tito Yupanqui, Siervo de Dios - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
El 5 de agosto se celebra en la Diócesis de El Alto la fiesta de la Virgen de Copacabana, venerada imagen cuyo origen se remonta a finales del siglo XVI y cuyo culto, a causa de las numerosas curaciones milagrosas, se extendió no sólo en el Altiplano también en otros lugares de América y de Europa. Fue entronizada como Reina de Bolivia en 1925 por las autoridades eclesiásticas y civiles.
Este año de 2012 la tradicional fiesta ha adquirido una significación especial, ya que el docto sacerdote agustino, Dr. Hans van den Berg, actual rector de la Universidad Católica Boliviana, ha presentado su libro “Francisco Tito Yupanqui, Siervo de Dios”, donde se recogen los estudios y documentos históricos más importantes sobre la vida y obra del artífice de la imagen de la Virgen de la Candelaria.
Esta investigación adquiere una importancia capital. En primer lugar aporta datos fidedignos sobre la vida de Tito Yupanqui, contrarrestando así la opinión de que habría sido simplemente un personaje legendario. En el estudio se afirma que muy probablemente era hijo (natural) de Don Balthasar Chalco Yupanqui, converso al cristianismo, cacique principal del pueblo de Copacabana y nieto de Viracocha Inca Yupanqui. Tito se casó con Catalina Chuqui y tuvo tres hijos legítimos: Alonso Viracocha Inca, Domingo Quispe Sucso y Alonso de León, quienes fueron exentos del servicio personal y mita de Potosí por ser descendientes del Viracocha Inca. Su muerte se sitúa en Copacabana en 1608.
En su relato autobiográfico Tito se muestra como fervoroso cristiano y gran devoto de la Virgen. Esto hay que subrayarlo ya que en esa época la región del lago Titicaca, donde él vivía, se encontraba bajo el gobierno incario. El Inca se hacía reverenciar como Hijo del Dios Sol (Inti) y obligó a los territorios conquistados a dar culto al Sol con la intencionalidad política de uniformarlos dentro del imperio del Tawantinsuyo. Para ello impuso la cosmovisión, la lengua quechua y la administración agrícola y económica. Entre los ritos que se hacían en la región del Titicaca, considerado lago sagrado, se incluían también sacrificios humanos de niños y de doncellas, ofrendados al cruel ídolo de Copacabana.
La historia de Tito revela cómo ya en la segunda mitad del siglo XVI los indígenas del incario y también los comunarios del Altiplano aceptaron la religión cristiana predicada por los misioneros dominicos. Hubo también fervorosos catequistas.
Este estudio otorga mayor consistencia científica al proceso de beatificación y canonización del Siervo de Dios, Tito Yupanqui, iniciado en el año 2011 por el Obispo de El Alto, Mons. Jesús Juárez, siendo Mons. Fernando Bascopé el Juez Delegado y el P. René Vargas, OFM, el Postulador en este proceso. Para asegurar la validez de los estudios históricos se nombró una comisión de peritos, entre ellos el mencionado sacerdote Hans van den Berg y también Xavier Albó y el historiador Marcelo Arduz.
En la primera etapa del proceso se trata de demostrar cómo el Siervo de Dios ejerció de modo extraordinario las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad y asimismo las virtudes cardinales. Aquí destaca su enorme perseverancia para capacitarse como artista y para superar los prejuicios racistas incluso de autoridades eclesiásticas que desconfiaban del talento de los indígenas. Además supo ejercer la virtud de la prudencia, consiguiendo por medio de la hermosa imagen de la Virgen pacificar a sus paisanos, enfrentados entre ellos.
Tito destaca por su gran celo evangelizador a través de varias imágenes de la Virgen que talló y que fueron llevadas a diversos lugares. Puede ser considerado como el precursor de la inculturación a través del arte, elemento clave en la catequesis indígena. De esta manera la fe católica, no exenta de cierto sincretismo, pasó a ser ya en los primeros tiempos de la colonización española una característica propia de los pueblos indígenas. Esta evangelización en Sudamérica a partir de Copacabana tiene rasgos similares a la que en México y Centro América se originó por la imagen de la Virgen de Guadalupe en la tilma del indio Juan Diego, declarado santo por Juan Pablo II en el año 2002.
Debemos pues, alegrarnos profundamente con este impulso dado al proceso de beatificación. A partir de ahora se allanarán los obstáculos sobre la historicidad del Siervo de Dios y sobre la heroicidad de sus virtudes. Elevemos nuestra plegaria al Dios de la Vida por intercesión de la Virgen de Copacabana y del mismo Tito para que este proceso culmine según las normas de la Congregación para la Causa de los Santos y pueda ser enviada a Roma, donde después de la aprobación de teólogos y cardenales, el Papa pueda proclamar al tallador de la Virgen como “venerable”, paso necesario para su posterior beatificación.
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