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Domingo 05 de agosto de 2012

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Revista Dominical

Gumercindo Licidio y sus 200 melodías que pusieron ritmo al folklore de Bolivia

05 ago 2012

Fuente: LA PATRIA

“Gracias a Dios y a la Virgencita del Socavón, porque tengo el talento la inteligencia y sabiduría para componer las obras dedicadas a mi gente, mi Oruro y mi Bolivia”, afirma • Por: Mónica Aramayo Quinteros - Periodista

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Con una inspiración innata cultivada en las misteriosas y por entonces silenciosas tierras de Poopó, don Gumercindo Licidio Chambi es el orureño, nacido el 13 de enero de 1931 y que desde la corta edad de 8 años dejó sus huellas en la música boliviana.

Esta personalidad cuya cuna está en la provincia Ladislao Cabrera, ahora radicado en Quillacollo (Cochabamba), junto a su esposa doña Sabina Rodríguez Hidalgo, conserva como su mayor tesoro un valioso y antiguo cofre de los recuerdos, donde custodia sus más de 200 composiciones, junto a su añejada trompeta, aquella que la acompañó en sus viajes nacionales y al extranjero, por donde paseó la música boliviana, al mando de la afamada Banda Espectacular Pagador de Oruro.

Es hijo de Juana Chambi y Felipe Licidio, quien como otros bolivianos que acudieron al llamado de la Patria, fue combatiente de la Guerra del Chaco, candentes tierras desde las cuales nunca más volvió. Por cosas de la vida y como pocos, don Gumercindo guarda gratos recuerdos de su padrastro Gumercindo López, quien marcó su vida cuando le entregó un cornetín, instrumento con el que comenzó a plasmar sus inspiraciones que con el paso de los años lo consagraron como un verdadero maestro en la historia de las bandas de música en Bolivia.

Con 81 años de edad, pero con una lucidez extrema, el “maestro de maestros”, recuerda cómo la música, se convirtió en la pasión de su vida, al extremo que muchas veces descuidó sus responsabilidades familiares, todo por amor a la música.

“Yo me crié en Callipampa, mi padrastro trabajaba en mina Candelaria. Allí aprendí a tocar. A mi padrastro lo transfirieron a Oruro, nos hemos venido. Yo platillerito era, cuando mi padrastro me regaló el cornetín… ¡ucha!, no sabes cómo me alegré. Pero ya antes, famositos nos estábamos haciendo, contrato por aquí, contrato por allá, a todos los pueblitos nos llevaban. Éramos 7 u 8 músicos, toditos resultamos buenos; era una bandita civil, pero bien nos iba”, recuerda.

Viviendo en Oruro, ingresó a trabajar como “agregadito” a la Policía, ahí perfeccionó sus dotes musicales, tiempo después llegó su transferencia a Sucre, pero como parte del Ejército, hasta donde llegó ya casado con su compañero da siempre, Sabina Rodríguez. Luego tuvo posibilidad de ir a Camiri, pero los antecedentes sobre el clima de calor extremo, lo desanimaron y decidió enrumbar su camino hacia Colquiri, donde fue parte de la creación de una banda a cargo de la empresa minera. Allí impactó con sus dotes cuando emboquillando la trompeta deleitó los oídos de ejecutivos de la empresa, habiendo sido el gerente que lo nombró director de la misma y tiempo después volvió a Oruro, hasta la mina San José, donde habían otros músicos.

“Ahí habían músicos, todos mayores, por ser menor me bajoneaban” dice y se ríe.

ORQUESTA Y LA

BANDA PAGADOR

Otra faceta de su vida musical se escribe en el ámbito de las orquestas, que marcaron época entre los años, 60 y 70. “De día eran las bandas, de noche las orquestas y en las mañanas las misas. Con las orquestas íbamos de local en local. Un día en la misa toquen…, toquen…, nos han dicho… y un huayño le hemos metido, nos hemos hecho despreciar con el cura, luego ya, coritos y cánticos nomás”, explica.

Junto a la orquesta, hicieron furor con el chachachá y la cumbia. Allí comenzó a gestarse el nacimiento de la Banda Pagador “Ahí me apoyaron, entonces el 9 de junio de 1964 he fundado la banda, mis colegas querían que se llame Santa Cecilia, en homenaje a la Patrona de los Músicos, pero yo dije, mejor Sebastián Pagador, un hombre histórico y ahí está ahora la Banda Pagador”, recuerda, aunque a la vez deja testimonio que ya dos años antes la banda operaba como tal.

La naciente banda sólo tenía 24 músicos y a la fecha este patrimonio orureño, considerado como una verdadera escuela del arte musical, tiene como 200 integrantes. El maestro Licidio tuvo a su cargo la dirección de la banda a lo largo de 25 años.

INSPIRACIÓN

Agradecido con Dios y la Virgen del Socavón, don Gumercindo es el creador de inolvidables morenadas que calaron hondo el sentimiento folklórico de los bolivianos, radicados en diferentes partes del mundo. Con una inagotable fuente de inspiración, es autor de inéditas diabladas, comparsas, valses, marchas, huayños y otros, que perduran como parte del patrimonio musical boliviano.

Es su hija María Licidio, la que ahora se encarga de proteger el legado cultural de su padre, frente a distorsiones o incluso posibles apropiaciones ilegales. Ella se encarga de proteger los derechos de autor y trabaja muy de cerca con la Sociedad Boliviana de Autores y Compositores de Música (Sobodaycom), registrando, como corresponde, las composiciones de su padre.

Mariposa es la morenada que lo catapultó. “Yo no soy waca waca, yo no soy pasa, pasa, yo soy moreno. Con la banda Pagador todos vienen a bailar, la morenada…”, así es la letra de esta composición interpretada luego por bandas de música, grupos folklóricos y orquestas no sólo nacionales sino también en el contexto internacional. La inspiración para ésta composición surgió al advertir que uno de los hinchas de la banda, apareció con los waca wacas y fue considerado traicionero.

Con entusiasmo único, cuando se le pide cantar o tararear sus composiciones el prodigioso compositor, mantiene viva la flama musical. “Abajeñita, chica bonita, linda paisanita, eres la flor de mi existencia, por eso vengo a derrochar toda mi alegría. Abajeños canten, bailen en nuestra comparsa, abajeños canten bailen en nuestra comparsa…” vuelve cantar.

Y sigue, con una cueca: “Es la banda Pagador, orureños de corazón, a bailar a gozar con ésta banda, a bailar a gozar con ésta banda…”, se entusiasma y confiesa que su inspiración le nace en el momento menos pensado.

Sus dotes musicales lo llevaron a conocer, Brasil, Chile, Argentina, Perú y Holanda. A sólo 4 años de haber creado la Banda Pagador, los briosos jóvenes músicos comandados por Gumercindo Licidio, en 1968, se animaron a participar de un Concurso Internacional de Bandas de Música, “teníamos platita, nos hemos animado y el alcalde de Oruro, por entonces nos desahució, con desprecio nos trataban. Estos campesinos qué saben, irán a perder nomás nos decían”, afirma y a la vez recuerda que con habilidad propia ya en territorio peruano, se preocupó por practicar la música del lugar e imbuir a la vez el espíritu triunfador en sus colegas, para agradar al jurado y hacer merecedores del triunfo en la competencia internacional.

“Gracias a Dios y a la Virgencita del Socavón, porque tengo el talento, tengo la inteligencia y sabiduría para componer las obras dedicadas a mi gente, mi Oruro y mi Bolivia”, afirma.

EVOLUCIÓN

Consagrado como “el maestro de maestros”, recuerda como antes “los indios” eran despreciados y tras una evolución de más de medio siglo, se siente complacido y expresa que lo que hizo, junto a otros amigos, no fue en vano, como es la creación de una banda de música, aquella que con su denominativo de Espectacular Pagador, además perpetúa el nombre del principal protagonista de la Revolución del 10 de Febrero de 1781, don Sebastián Pagador.

“Ahora tanta banda hay, hasta mujeres tocan. Antes éramos unas cuantas banditas”, dice y hace énfasis que la Banda Pagador es la primera que se organizó como tal, donde se formaron los directores de otras organizaciones musicales similares, que ahora son afamadas en el contexto folklórico musical.

Los músicos de la Pagador, a lo largo de su trayectoria certificada con fotografías, para innovar sus presentaciones utilizaron una variedad de uniformes, como el azul, sacos rojos con pantalones blancos, o la combinación del verde con blanco y hasta una especie de blusas con volados en las mangas, muy similar al atuendo de los protagonistas de la danza de los negritos. Ahora su característica es el terno verde, con el que sellan su participación en el Carnaval de Oruro.

Gumercindo Licidio, con su innata y autodidacta capacidad para la composición musical y así renovar el repertorio folklórico y ante todo por su aporte al engrandecimiento del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, es un orgullo orureño.

Su presencia en Oruro, durante cada versión del afamado Festival de Bandas, es reconocida, y él no se cansa de celebrar que aquello que nació con timidez, cuando los músicos protagonistas del Carnaval eran menospreciados, llegó a constituirse en parte del atractivo folklórico devocional inspirado en la Virgen del Socavón.

SU FAMILIA

Don Gumercindo ahora comparte sus días en un ambiente familiar muy acogedor, junto a doña Sabina, su amada y diligente esposa, quien se encarga de ayudar a recordar el medio siglo de vida musical que significa la integridad del maestro Licidio. Ella asegura que incluso muchas veces, con recursos propios se encargaba de cocinar para los músicos, todo por respaldar el emprendimiento de su esposo. “Cocinábamos y con nuestras ollas cargadas en aguayos, llevábamos la comida. Tras de ellos íbamos. Tenían que comer para alimentarse y tener una buena presentación”, recuerda y también enfatiza que fue norma impuesta por don Gumercindo restringir el consumo de bebidas alcohólicas entre los músicos, que participaban del Carnaval.

“Ojalá esto se mantenga. Es feo ver a los borrachos, más ahora que los ojos del mundo están sobre el Carnaval de Oruro”, recomienda.

El hogar de la familia Licidio-Rodríguez, está compuesto además por sus hijas Josefina, Ruth. María y Luzmila, todas profesionales en diferentes rubros. Don Gumercindo tiene 10 nietos y 5 bisnietos. Su nieto Josué Hinojosa actualmente toca en la banda de su colegio y tiene el privilegio de recibir clases privadas del maestro Licidio, en la ejecución de la melodiosa trompeta.

Fuente: LA PATRIA
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