Faltan sólo unos días para que nos levantemos muy de mañana para honrar el día de la Patria. Porque, cuando el sol ilumine radiante el horizonte en este 6 de Agosto, tendremos la oportunidad de meditar muy seriamente sobre lo que hemos hecho, o lo que hemos dejado de hacer, para honrar este suelo que un día nos vio nacer, con la esperanza que respetemos y hagamos respetar su nombre que es el mismo de quien, un día nos diera libertad: Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco.
Su actitud hacia Bolivia, donde Bolívar ejerció la primera presidencia apenas unos meses, fue siempre premonitoria. En su discurso al Congreso Constituyente, en 1825, dijo: “¡Legisladores! Vuestro deber os llama a resistir el choque de dos monstruosos enemigos que recíprocamente se combaten, y ambos os atacarán a la vez: la tiranía y la anarquía forman un inmenso océano de opresión, que rodea a una pequeña isla de libertad”- expresaba vehementemente el Libertador ante el Congreso –al hablar de nuestra República que en ese momento era creada.
Al referirse al Poder Judicial de la naciente República, expresó: “El Poder Judicial que propongo goza de una independencia absoluta: en ninguna parte tiene tanta. El pueblo presenta los candidatos, y el Legislativo escoge los individuos que han de componer los Tribunales. Si el Poder Judicial no emana de este origen, es imposible que conserve en toda su pureza, la salvaguardia de los derechos individuales. Estos derechos, Legisladores, son los que constituyen la libertad, la igualdad, la seguridad, todas las garantías del orden social”.
Haríamos honor a un gran hombre como Simón Bolívar, si su imagen, sus palabras y su recuerdo fueran rescatados como un ejemplo de vida. Pero hoy, hay quienes se aprovechan de su nombre para hacer exactamente lo contrario a lo que nos enseñó; para utilizarlo como bandera de los más bajos pensamientos y actitudes que nada tienen que ver con la libertad que pregonaba Bolívar; como una actitud de grandeza espiritual y moral.
No denigremos, ni permitamos que se denigre a nuestra patria; es la herencia de una larga lucha, de sacrificio y de sangre que los patriotas (criollos, mestizos y nativos) derramaron para darnos libertad, que es el más preciado de los dones de la humanidad. Nuestro deber es conservarla como un legado de vida y de esperanza, las que nuestros hijos y nuestros nietos nos reclamarán más tarde.
No hagamos, lo que se hizo hace sólo unos días en Venezuela. Como un acto más de campaña a la presidencia de Venezuela el Coronel Hugo Chávez, presidente de ese país, hizo exhumar los restos de Simón Bolívar, que junto a un equipo de forenses y utilizando técnicas craneométricas, mostró, según él, “el Verdadero rostro de Bolívar”.
Chávez profanó la tumba del libertador, y utilizó el supuesto “verdadero rostro del Libertador” para hacer un show mediático irreverente e inmotivado. Lo que ignora el señor Chávez es que el “verdadero rostro de Bolívar”, estuvo siempre a la vista de todos. Es el rostro de la dignidad, del coraje, del espíritu de lucha. Es el rostro de las ansias de libertad; de la justicia y la democracia. El verdadero rostro del libertador, está en el hombre sencillo que sólo quiere un trabajo digno, calzados para sus hijos y pan para su familia. El verdadero rostro del libertador, estuvo siempre en Venezuela, en el Perú, en Colombia, Ecuador y en Bolivia, como estuvo su espíritu; pero, el señor Chávez no lo pudo ver, no lo reconoció. Simplemente, para el señor Chávez ese rostro, el verdadero rostro de Bolívar, no le es conocido.
Por lo menos… esa es mi opinión.
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