El ilícito negocio de automotores “chutos” en el libre mercado de Challapata, capital de la provincia Eduardo Avaroa de Oruro, resulta ser la muestra más elocuente que los tentáculos del narcotráfico y delincuencia internacional están presentes en Bolivia, porque no otra cosa significa que la Capital Agroganadera de nuestro departamento se haya convertido en la tierra de nadie para “chuteros” y narcotraficantes.
Ese hecho debe motivar una acción inmediata de las autoridades nacionales para poner freno al crecimiento del narcotráfico y la delincuencia, que como en el caso de Challapata, donde se venden vehículos automotores con documentos falsos, hay más zonas en el país donde también circulan vehículos indocumentados o con documentos fraguados y falsos.
La ilícita actividad impide a Challapata aprovechar su verdadera vocación productiva que es agrícola y ganadera, por la quinua, considerada el grano de oro y los camélidos andinos, además con una fuerte tendencia a la minería, por existir yacimientos auríferos con importantes reservas que permitirán alcanzar un desarrollo productivo, económico y social al futuro para mejor la calidad de vida de la población y generar riqueza.
Hasta la pasada gestión el libre mercado de automotores “chutos”, “transformers” y robados que se internan desde Chile ofertaba al mejor postor, automóviles del año 2010 “sin papeles” en menos de cuatro mil dólares, en cambio ahora se ha convertido en un aparente negocio legal, puesto que los autos, vagonetas, jeeps y hasta maquinaria agrícola sale con “papeles chutos”, lo que muestra que la delincuencia pretende perfeccionar los ilícitos para tener un negocio fructífero y controlar el contrabando, generado por el narcotráfico que permite blanquear capitales con la venta de autos chutos.
Cada vez hay mayor número de personas vinculadas a la ilícita actividad que se genera con la entrega de vehículos robados en Chile, se otorgan placas de circulación y hasta las rosetas del Seguro Obligatorio contra Accidentes de Tránsito (SOAT) y de Inspección Vehicular falsas, lo que perjudica los ingresos de varios municipios, porque los motorizados circulan por las capitales del país pero no pagan impuestos ni contribuyen con su región, pero tampoco fueron nacionalizados ni se pagó el impuesto aduanero.
La lucha contra el narcotráfico debe ser efectiva para evitar que la delincuencia crezca en Challapata donde la venta de autos “gemeleados” o clonados con placas y papeles aparentemente en orden es el cotidiano vivir y donde además no pueden ingresar los funcionarios de la Aduana Nacional porque las mafias de los “narcochuteros” tienen un control efectivo para movilizar a los vendedores de vehículos y resistir cualquier control o ingreso incluso de la Policía, a fin de garantizar la continuidad de sus actividades ilícitas.
Así, la importante población de Challapata más conocida como capital agrícola y ganadera de departamento, situada a 115 kilómetros al sur de la ciudad de Oruro en la ruta a Potosí, ahora y desde hace más de cinco años es el centro del gran comercio de los ilícitos, donde acoge a cientos de vendedores que llegan cada domingo a la tradicional Feria Agropecuaria, donde el canje de la droga por automotores resulta ser un hecho habitual y se pierde en la cotidianidad de los comerciantes.
Los vendedores son comerciantes bolivianos y chilenos que ingresan por las poblaciones fronterizas con Chile por caminos y rutas desconocidas, internando vehículos originales de los años 2012, 2011, 2010, 2009, 2007, 2006 y hasta 2003, mientras que los “transformers” con volante a la derecha, tienen antigüedad del año 2001 a 1998, existe variedad de modelos, colores, cilindrada y capacidad, permite rematar al mejor postor y regatea el precio de acuerdo al interés del comprador y la urgencia de los extranjeros para retornar a Chile.
Los autos chutos ingresan por las mismas rutas del narcotráfico, cruzan el salar de Coipasa por el paso fronterizo de Colchane y el Norte de Potosí, para luego volver hacia Challapata, donde la venta es segura y hasta se puede conseguir placas y rosetas de SOAT y de Inspección para burlar el control en las trancas y llegar a cualquier ciudad en Bolivia, sin percance, porque la red de los “narcochuteros” llega hasta el Oriente y prosigue hasta el Paraguay, donde comercializan también los motorizados que ingresaron y salen ilegalmente del país.
Los vendedores de autos robados, una mayoría súbditos chilenos que traen los vehículos, como los bolivianos de las provincias que venden autos transformados y con volante a la derecha, conviven en las calles aledañas y la plaza principal de Challapata, donde la venta de productos agrícolas y ganaderos fue reemplazada por más de siete mil automotores de toda marca, precio, color y calidad, junto a los accesorios, llantas, repuestos y carburantes que ocupan el principal paseo de los challapateños, donde algunos comerciantes de la zona no se inmutan cuando se hace referencia que se trata de un blanqueo de la venta de estupefacientes, resultado del trueque de la droga por los motorizados, por ser Oruro el departamento que tiene las fronteras más directas con el Pacífico, donde se almacena la cocaína y luego se “exporta” a Europa, para obtener buenas ganancias.
El negocio de la venta de “chutos” es importante si se toma en cuenta que entre las gestiones 1994-2005 se ejecutaron siete programas de regularización de automóviles indocumentados que ingresaron por la vía del contrabando al país, habiendo sido nacionalizados 141.674 vehículos automotores, con un promedio de ingreso de casi 12.000 vehículos ilegales por año, lo que permitió un ingreso para la Aduana Nacional de Bolivia, por 1.128.733.238 bolivianos.
La última Ley de Saneamiento Legal de Vehículos Indocumentados, promulgada por el Presidente Evo Morales en junio de 2011, permitió legalizar más de 20.000 automotores, empero pese a esos esfuerzos de regularizar la tenencia ilegal de motorizados, la ilícita actividad del narcotráfico sigue operando en el comercio de autos chutos en Challapata, donde no se aplica la ley y sólo está vigente la ley del más fuerte por el temor que hay ante la presencia de los “narcochuteros”. Ojalá exista un cambio en la ilícita actividad y se pueda recuperar la legalidad y sobre todo la seguridad que piden y claman en Challapata para no ser un tentáculo más del narcotráfico.
(*) Periodista
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