Martes 24 de julio de 2012
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Los principales apoyos internacionales que tiene el jaqueado gobierno sirio son Irán y Rusia. Los ayatolas chiitas apuntalan con todo a Damasco, regimentada por los Assad y otros alawitas (miembros de otra variante chiita del Islam); cambiando su anterior estrategia de servirse de la intervención militar occidental en Afganistán, Iraq y Libia para remover antiguos contrincantes.
Moscú toma ante Siria una actitud aún más firme que la que antes tuvo en los casos de Yugoeslavia, Afganistán, Irak o Libia, cuando EE.UU. y sus aliados bombardearon países que les fueron afines o parte de su zona de influencia.
Putin se toma muy en serio la creciente intervención anglo-americana en el Medio Oriente y su entorno, donde se encuentra el eje de las exportaciones del principal generador mundial de energía (carburantes).
El Kremlin ve a la Casa Blanca buscando imponer en toda la zona regímenes afines pues, pese a la propaganda democratizante, es claro que EE.UU. descansa en las 6 petromonarquías muy autoritarias del Golfo Pérsico.
Hace dos décadas, tras el derrumbe del Muro de Berlín, el Pacto de Varsovia y el Bloque y la Unión soviéticos, Moscú inició un retroceso, el cual se aceleró con la debacle productiva que ocurrió al pasar de una economía centralmente planificada a una forma de capitalismo.