El Secretario de Su Santidad, Cardenal Tarsicio Bertone, en nombre del Papa ha hecho público el Decreto mediante el cual la Santa Sede hace saber a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), que ésta ha perdido la cualidad de “católica” y “pontificia”.
Desde 1990, en múltiples oportunidades, la PUCP había sido requerida por la Santa Sede a adecuar sus estatutos a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae -sobre la identidad y misión de las universidades católicas-, promulgada por Juan Pablo Magno, sin que la PUCP, -como es de conocimiento público- hasta el momento, haya respondido a esta exigencia legal, ya que había modificado “unilateralmente” sus estatutos “perjudicando gravemente los derechos de la Iglesia”.
Tristemente célebre, entre otras ejemplificaciones, es el galardón otorgado por la Universidad de Notre Dame en los Estados Unidos a Barack Obama, que suscitó una gran controversia, respecto precisamente de la identidad y la misión de los centros de estudios superiores católicos pertenecientes a la Santa Sede, diócesis o congregaciones eclesiales.
Benedicto XVI está sentando un precedente, como ocurrió con Caritas Internationalis, pues tanto algunas Caritas nacionales o diocesanas, como determinadas universidades católicas, han sido espacios en los que no sólo han habido manejos económicos turbios, desviados a intereses personales o a la cobertura de actividades no propias de las mismas, sino que han servido para incoar y propulsar ideologías que responden a agendas ajenas a las de la Iglesia, y que tarde o temprano, se vuelcan generalmente en contra de ella misma.
A poco de iniciarse en mayo pasado la reforma de Caritas Internationalis tras largos años de crisis en los ámbitos doctrinal, jurídico y económico, todavía se afrontó el escándalo del ahora ex obispo de Merlo-Moreno, Argentina, y presidente de Caritas América Latina.
El Código de Derecho Canónico reconoce dos formas de universidades que forman parte de la Iglesia: la Universidad Eclesiástica y la Universidad Católica, “en virtud del deber (de la Iglesia) de anunciar la verdad revelada”, los cánones 807 - 821 se refieren a las “universidades y facultades eclesiásticas ordenadas a la investigación de las disciplinas sagradas o de aquellas otras relacionadas con éstas, y a la instrucción científica de los estudiantes en estas materias”.
La Congregación para la Educación Católica (para los Seminarios e Institutos de Estudio), es quien concede a algunas universidades católicas además el título de Pontificia, existen únicamente 18 de éstas, exceptuando ahora a la PUCP.
El canon 810 del CIC señala que “las Conferencias Episcopales y los Obispos diocesanos interesados tienen el deber y el derecho de velar para que en estas universidades se observen fielmente los principios de la doctrina católica”, por lo que resulta absolutamente anormal, que una “Universidad Católica” quiera seguir llamándose tal sin estar bajo la vigilancia de la Santa Sede y de las Conferencias Episcopales.
En tal sentido, la Santa Sede ha instruido a los obispos del Perú lo siguiente: “Para el bien de la Universidad y por la responsabilidad de la Iglesia en el campo educativo, esa Conferencia Episcopal debe sostener la posición de la Santa Sede y al Arzobispo de Lima, desautorizando con vigor cualquier intervención contraria e invitando al episcopado del país a una acción colegial leal. En caso de eventuales dudas, usted y los demás obispos tendrán la amabilidad de consultar al Sr. Nuncio en Lima”.
La selección de docentes tanto en las universidades eclesiásticas y católicas, en contra de lo que señalan el Código de Derecho Canónico y las normas pontificias, es un tema que merece también una adecuada corrección. El Código de Derecho Canónico puntualiza que éstos han de tener probada preparación intelectual y sólida fe católica (cf. C 805).
En realidad, la PUCP es un ejemplo del proceso de secularización que ha venido emergiendo ya desde los años sesentas en diversas universidades católicas, alterando éstas su carácter específicamente católico, buscando liberarse de la superintendencia de la Iglesia y asimilándose a la cultura académica general.
Una de las razones para la situación en la que se encuentran actualmente universidades de la estructura eclesial, es el acérrimo combate que se ha dado a partir de los años sesenta, y desde dentro de ellas, al tomismo, sistemáticamente eliminado de sus programas de estudios. “La filosofía escolástica, en particular la de Santo Tomás de Aquino fue el leitmotiv de la educación universitaria católica”. La encíclica Aeterni Patris, (1879), considera la doctrina tomista como el antídoto del modernismo, habiendo sido su autor, el Papa León XIII, un extraordinario propulsor de los estudios escolásticos, de los que uno de los más descollantes e influyentes fue "L´Institut Supérieur de Philosophie" (1889) en la Universidad de Lovaina, que tuvo como fundador y director al futuro arzobispo de Malinas, el afamado cardenal Mercier.
Cimiento doctrinal que «se vino abajo con asombrosa rapidez, víctima del "terremoto espiritual"», como dice Gleason, «ocasionado por la convergencia del nuevo radicalismo político que rompió con las tradiciones éticas y sociales, y, dentro de la Iglesia, del espíritu del Concilio Vaticano II».
Las “Universidades Católicas”, o son católicas en letra y espíritu o no tienen razón de ser.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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