El tema de impulsar la industrialización de Oruro es uno de los anhelos insertos en los más antiguos pliegos petitorios de que tengamos memoria, a través de las luchas reivindicativas de varios comités cívicos y que siguen en el proceso de exigencia ante los poderes del Estado para que se convierta en realidad.
Oruro en los mejores años de su crecimiento se ganó el galardón de ser la capital industrial del país considerando el auge económico de ese periodo que permitió la instalación de las mejores y mayores industrias nacionales. El tiempo pasó y por diversas circunstancias decayó ese proceso que además permitió, a través de la minería, impulsar el desarrollo de otros distritos donde también la industria se diversificó.
Las cosas fueron cambiando, industrializar Oruro pasó a formar parte del reclamo departamental, promoviendo de algún modo la elaboración de leyes de fomento al asentamiento de nuevas factorías que permitan cumplir los objetivos de crear fuentes de empleo y recuperar el sitial de avance en el contexto del desarrollo nacional.
Son varios años desde que se aprobaron esas leyes de fomento a la industria, pero resulta que por incapacidad o negligencia de los parlamentarios orureños en varias gestiones, no se ha culminado la gestión de reglamentar dichos instrumentos para que el Parque Industrial sea una realidad en Oruro y signifique el avance en la perspectiva mayor del Puerto Seco, como pilares de ese desarrollo sostenible que tanto se anhela.
En la actualidad se pone en el tapete de los planes futuros la cuestión de examinar las potencialidades productivas que tiene Oruro como el caso de la minería, la agricultura con la quinua y el ajo, la ganadería con camélidos, ovinos y bovinos, el turismo y la artesanía. En realidad tenemos mucha riqueza para explotación directa de modo que materia prima no faltaría para encarar la industrialización de Oruro.
Falta crear la infraestructura necesaria para desarrollar esos propósitos y esa situación debe darse con un trabajo decidido de parlamentarios para poner en movimiento las gestiones que faltan para lograr la aplicación de las leyes de incentivo al asentamiento de industrias en Oruro, de ese modo se alcanzará esa meta anhelada y postergada, sólo por la falta de capacidad de gestión en los vericuetos de la burocracia estatal.
Una vez más sale a relucir la socialización del repetitivo Plan de Desarrollo Departamental (PDD), es decir, que lo que ya se hizo en varias gestiones y que se rehace por efecto caprichoso de quienes asumen responsabilidades en cada nueva gestión, el PDD sigue en etapa de socialización, cuando ya debió estar en fase de ejecución, pues de eso se trata, ya que en muchos eventos y varias instancias se estudió, analizó y verificó las potencialidades que tiene Oruro y que deben ser utilizadas en beneficio de la comunidad y del país, pero de una buena vez sin seguir demorando esa situación que merece trato urgente.
Es tiempo de asumir responsabilidad conjunta entre las autoridades de manera que no se dilaten en la burocracia institucional los planes concretos para encarar el desarrollo departamental, es tiempo de poner en práctica todos los elementos necesarios para que la industrialización de las potencialidades productivas de Oruro sea una realidad.
Fuente: LA PATRIA
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