La seguridad ciudadana está realmente en crisis debido al crecimiento de los hechos delictivos que se registran con inusitada violencia y frecuencia, dejando a la ciudadanía indefensa pues el organismo policial no alcanza a detener lo que parece una arremetida especial de gente que trabaja al margen de la Ley.
Los asaltos a mano armada en la vía pública son parte de la información diaria de los comandos policiales, como también la secuencia de asaltos a instituciones financieras, comercios, viviendas y hasta buses de transporte de pasajeros. La criminalidad crece aceleradamente.
Mientras eso sucede en las calles es fácil observar que la Policía Nacional luego de su arrebato de amotinamiento, si bien ha logrado algunas mejoras en el nivel salarial de sus efectivos y ciertas mejoras de orden social, tal parece que todavía no se ha hecho nada para solucionar los factores negativos en la estructura de servicios policiales.
Todavía hay carencia de equipos, por ejemplo de comunicación, aunque se ha incrementado el parque automotor policial, aún no es suficiente para cubrir todo el movimiento de personal que se necesita especialmente para las tareas de prevención, esto quiere decir patrullaje constante en los barrios de todas las ciudades durante el día y con refuerzos en horas de la noche.
Si se habla de patrullajes preventivos, el otro grave problema policial es la escasa dotación de personal en algunos comandos departamentales, lo que impide que se cumplan planes estratégicos de vigilancia y en su caso de acción directa contra los delincuentes.
La Policía sigue en el centro de la tormenta, la ciudadanía exige y con todo derecho mayores y mejores servicios, tomando en cuenta que de algún modo los efectivos del uniforme verde olivo, ahora tendrán mejores salarios y por lo mismo hicieron patente su compromiso de servir mejor a la población.
No se trata sólo de buena voluntad la Policía Boliviana, tal como está en la actualidad tiene graves limitaciones si quisiera arremeter en serio contra la delincuencia. Es problema estructural que significa mejorar la dotación de todo el material que utiliza la institución, empezando por aumentar el contingente humano pero no sólo con criterio cuantitativo, sino sobre todo con sentido cualitativo, con profesionales bien formados y bien preparados para cumplir su delicada misión de resguardar la seguridad ciudadana.
Hay otras condiciones que deben añadirse al problema de personal y están referidas a la exigencia de dotación de movilidades, armas, equipos de radio, inclusive uniformes adecuados en relación a las misiones encomendadas y el lugar donde las mismas se desarrollen. Pero principalmente, lo que hace falta es que la Policía no siga siendo un organismo represor político, sino sobre todo una entidad profesional de lucha abierta contra la delincuencia.
Para cumplir esos propósitos falta además una práctica articulación entre los actos del control de seguridad que son la Policía y el Ministerio Público, de modo que la sacrificada y peligrosa misión policía al capturar delincuentes no resulte un mero operativo, cuando en cuestión de horas y por la vigencia de un Código que debe ser replanteado, los infractores de la Ley estén nuevamente en las calles poniendo en vilo la seguridad ciudadana.
Es urgente que se perfilen planes coordinados de acción abierta contra los delincuentes, pero con el apoyo de fiscales y otras autoridades del ramo que hagan posible cumplir las metas de garantizar la propiedad privada y pública y la vida de las personas en el marco de la verdadera seguridad ciudadana.
Fuente: LA PATRIA
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