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Domingo 22 de julio de 2012

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Cultural El Duende

Homenaje

22 jul 2012

Fuente: LA PATRIA

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El año 1988, de las sombras apareció un duende para salir al escenario luminoso de un jardín de intelectuales llamado Galería Imagen, creado por Álvaro Toño González-Aramayo Deheza y Johnny Camacho. En aquella oportunidad, la aparición de El Duende sucedió a la invocación de Alberto Guerra Gutiérrez.

Acudían allí todas las noches poetas y arawikus para desgranar versos frente a una copa. También pintores, escultores, músicos y conjuntos musicales como Astral, y todo aquel que quisiera relajarse a gusto. La película mía (no video), basada en un cuento de Carlos Condarco Santillán, estrenóse en el Anfiteatro de la Facultad de Economía y se fue a celebrar en la Galería Imagen, local que tuvo efímera existencia pero fue de colosal currículum vitae. Pasaron por allí personajes como Ramiro Condarco, Carlos Condarco, Néstor Taboada Terán, Gonzalo Cardozo, Alberto Medina Mendieta, Edwin Guzmán, Eduardo Kunstek y muchos más.

Ahora, como todo duende, es inmortal y cumplirá 500 vidas, después de aparecer cada 15 días entre los pliegos del diario La Patria, porque le ha dado impulso para sus apariciones el Ing. Luis Urquieta Molleda, quien celebra con gran homenaje la vigencia de este fecundo suplemento.

Lucho, al sostener cinco centenares de ediciones de este órgano literario, ha permitido el concurso de muchos escritores, ampliando el espectro cultural que ya es universal gracias a los actuales medios de comunicación.

Me adhiero con gran fervor a ese homenaje, con un fuerte abrazo a su promotor, mi entrañable amigo de siempre Luis Urquieta Molleda.

Vicente González-Aramayo Zuleta.

Escritor investigador.

Miembro de la Academia de Ciencias Jurídicas

Solo para tus ojos

Duende añorado:

Te escribo en secreto. Hoy me he levantando queriendo ir a encontrarte, pero tú, que lees mi pensamiento, descolgándote de la bicicleta de aquel canillita, me has sorprendido. Emocionada, he dicho: Mi Señor, no sé si me quieras demasiada en carnes, pero tú sabes que en tiempo de crisis has de tener de dónde agarrarte...

Los que estaban cerca, al escucharme, con recelo me han retado…

Que digan que estoy en acuerdo con el diablo, que profeticen mi caída, que me hundan en sus burlas los que no alcanzan tu sombra, que deploren mi regocijo por tu preferencia, que sepan que no estoy sola.

Duende místico, tú que sabes de mis formas, déjame gritar este amor prohibido.

Sean henchidos los pechos de tu dulzura, sean ensalzados los locos. ¡Que viva tu tinta líquida! Loada sea la noche que exhala tu nombre y tu aparición el ritual de mi vientre.

Gentil corazón mío, ahora que estás pleno, quiero brindar porque el ayer y el mañana sean hoy contigo. Tomada de tu mano, abrazada a tu cuerpo, puedo entrar derechito al infierno. Contigo al hombro alcanzaré el cielo cuando los ángeles estén extintos. Tu guarida es mi ermita, tu estrella mi atalaya, en tu alforja está mi alimento.

Para alcanzarte ha sido imperativo sorber abismo, aprender a ser noble y serpentear en tu cumbre. Me has enseñado el silencio, guapo compañero de altura. Caballero gentil de relumbrante armadura, tú encarnas la piedra. Con tu hálito mi corazón ha dejado de ser barro. Eres insustituible, divino mío. No dudes de mi sangre circular. Siempre regresaré a tu fuego.

Porque te inclinas para ayudarme, Duende pícaro, quiero contarte que me han dolido.

Me han acusado de gustar la noche, me han dicho que te persigo, que intento arrancarte un beso, que mi mundo es del tamaño de tu cuerpo. Que mi ceguera no tiene remedio Que he de arder de tanto como te quiero. Que eres mi imposible sueño. Que he de llorar a cántaros cuando te hayas ido. Que tu boca es mi verbo. Que tus manos me han acogido como a un huérfano. Que mi libertad no es de este mundo. Que a falta de alcohol me sacío con tus fluidos. Que no hablo sino canto. Que mis huesos han de ser la verja de tu cielo. Que estoy al margen. Que para qué te quiero. A qué se debe este amor que no tiene precio. Que no conviene teniendo hija.

¡Envidia! Duende mío ¡Envidia tienen de mi locura! Que eres mortal, me han dicho. Que no debo amarte. ¡Ni que fueras el único en la vía láctea! Que de un zarpazo Dios ha de arrancarme la piel para olvidarte. Que mi hambre va en aumento... ¡Cómo pueden gustarme las heridas!

No soportan que estés a mi lado, porque hace tanto que te conozco, porque eres puerta para huir de la vacuidad del mundo, porque eres árbol de fruto entrañable, porque me enseñas el mundo en cada cuadro, porque tus poemas son perfectos. Porque tu ausencia es la medida de mi camino.

Brindemos por la victoria de tu vida, el filtro de tu ejemplo y la grandeza de tu obra. Mecenas del amor, quiero zarpar quinientas… cinco mil veces contigo.

Caerá el telón cuando acabe el tiempo. Entonces, solo entonces, se abrirán las puertas de mi cementerio.

Julia Guadalupe García Ortega

Fuente: LA PATRIA
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