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Domingo 22 de julio de 2012

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Cultural El Duende

Escribir en El Duende III

22 jul 2012

Fuente: LA PATRIA

La literatura, se sabe, y también las demás disciplinas artísticas, están hechas en base a la fidelidad. Fidelidad al proceso creativo, a la búsqueda incesante de nuevos horizontes, a la condición ética y estética de toda propuesta genuina. Al revisar los textos que serían publicados en este número, la edición 500 de El Duende, suplemento orureño de cultura, se puede ver otra dimensión de esa fidelidad, me refiero a aquella que tiene que ver con el valor consecuente de la amistad.

Un vistazo a las firmas presentes revela claramente que a lo largo de todos estos años, El Duende ha cultivado amistades imperecederas. Son las de escritores, académicos de la lengua, investigadores, historiadores, artistas plásticos, comunicadores y otros artistas que leen, escriben y acompañan a este suplemento desde hace mucho, porque acaso han encontrado en él, como, de hecho, lo manifiestan en sus respectivos textos, un espacio gregario y atendible en medio de las soledades que angustian o la maraña agobiante de lo cotidiano. La comparación entre este número y, por ejemplo, la edición 400 y aún la 300 de este suplemento, evidencia esa fidelidad de amistades forjadas en torno al hecho artístico.

Como en todo proyecto de este tipo, además, tan extendido en el tiempo, han sido muchas las personas que han cooperado en sostener el emprendimiento. Una tarea grata y reconfortante que ha sido capaz de llegar hasta aquí gracias al trabajo de todas ellas.

Alberto Guerra, junto a Edwin Guzmán y Eduardo Kunstek, los iniciadores de esta publicación allá por los años 80 en el seno de las tertulias literarias de Galería Imagen. Luego, la incorporación como suplemento dominical del periódico La Patria, bajo el nombre de El Faro y la dirección de Luís Urquieta. Y luego, claro, la recuperación del nombre y la continuidad de la historia que hoy ya posee 500 ediciones.

Del primer equipo, Alberto Guerra ya no está entre nosotros, Edwin Guzmán radica el La Paz y Eduardo Kunstek en Santa Cruz, al igual que Berny Salinas, su esposa, quien fuera la primera coordinadora de El Faro. Quienes quedamos, Luís Urquieta, Erasmo Zarzuela, Julia García y mi persona, no podemos sino recordarlos entrañablemente, agradecer a la fortuna que hoy nos mantiene unidos y a todos los colaboradores, que se cuentan por centenas, así como a los lectores de El Duende, al periódico La Patria y a la Fundación Cultural ZOFRO.

De quienes, junto a Alberto Guerra, ya habitan otras dimensiones, fueron Roberto Echazú, Gonzalo Vásquez Méndez y Raúl Lara, nos dejaron, en los últimos años de sus vidas, imborrables recuerdos en torno a El Duende. Gonzalo Vásquez y Roberto Echazú, excelentes poetas, poblaron de versos estas páginas y Raúl Lara, además de engalanarlo con exquisitas imágenes, también narró una hermosa historia que confiere a estas páginas un aura, por decirlo de algún modo, trascendente, porque aquella ya lejana mañana en la que él, recostado en su cama leía El Duende, el mismísimo Van Gogh, materializado por las misteriosas fuerzas de la hermandad artística tocó el timbre de su casa en las faldas del cerro San Felipe y comenzó una amistad de días intensos en torno a los apis del mercado Fermín López, cervezas en el bar Huari y las morenadas del carnaval de Oruro.

Quiera Dios que esa posibilidad convocatoria y comunicativa de El Duende se mantenga abierta.

Benjamín Chávez

Fuente: LA PATRIA
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