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Domingo 22 de julio de 2012

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Cultural El Duende

La aparición de El Duende

22 jul 2012

Fuente: LA PATRIA

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De acuerdo a quienes los estudian, los duendes son seres atemporales e interdimensionales. A veces se presentan en nuestra dimensión, sorprendiéndonos cuando lo hacen. Hoy, me ocuparé de asuntos de duendería, con cierto escrúpulo, considerando que estos asuntos fueron tratados por graves personajes, como es el caso de Paracelso, quien los tenía por virtuosos, viciosos, puros e impuros, mejores o peores, como los hombres, poseen costumbres, gestos y lenguaje.

Mis afanes se dirigirán a un solo duende, lo que ya es bastante, sino demasiado. A un duende muy especial y simpático, a El Duende. Un duende de linaje orureño y antigua prosapia.

¿Cuándo tuvo El Duende sus orígenes? Es difícil saberlo, puede conjeturarse que algunos siglos, digamos tres o cuatro. Su presencia, evanescente y errabunda, se insinuaba en nuestra villa colonial. Se lo intuía deliberando con el Tío de la mina. Se lo sentía jugueteando con Supay, en la serranía de Uru – Uru. Los revolucionarios de 1739 y los de 1781, sin saberlo, lo tuvieron presente en sus conciliábulos secretos, porque El Duende es espíritu y palabra. Posteriormente, rondaba por las tertulias literarias de los poetas románticos de Oruro.

Después, se hizo presente en la ya mítica taberna de Los Tres Osos, donde su ser etéreo se confundía con las volutas del humo de los cigarrillos de Antonio José de Sainz y de Luis Mendizábal Santa Cruz. Y así, El Duende continuó su vida errabunda, sin abandonar los límites de Oruro, ciudad que lo encunara en su ámbito mágico.

Los duendes, en algún momento, deben manifestarse. Algunas personas se encuentran especialmente dotadas para contribuir que tal hecho suceda. Y esto es lo que ocurrió.

El Duende, se había ido formando con absoluta espontaneidad. Fue despojándose de nébula que lo rodeaba, como se despoja la mariposa de su crisálida. En las frías noches orureñas, se lo presentía en la Plazuela del poeta, que, para honor suyo, lleva el nombre de la insigne poetisa orureña doña Milena Estrada Sainz. Se hizo discreto y silente parroquiano de la recordada Galería Imagen. En las noches –breves como todo lo placentero– los bohemios bebían con él. Sin verlo, intuían su simpática e inquietante presencia. Tenían la sensación de que aquel espíritu errabundo emanaba de ellos mismos. Por entonces, se dijo que, en dos o tres oportunidades, algunos bebedores iluminados habían columbrado su presencia, su figura tocada de gran chambergo.

Y sucedió que El Duende se hizo palabra. Emergió de los antiguos talleres del diario La Patria –donde se refugia–, se apareció en una memorable ocasión, y, desde entonces para regocijo de sus innumerables admiradores, se aparece cada quince días, causando, cada vez, una renovada sorpresa, como todo duende que se respete, entre quienes contemplamos, maravillados, su aparición.

Los que oficiaron a manera de taumaturgos, prohijando la aparición de El Duende, son Alberto Guerra Gutiérrez (†), conocido poeta; Luis Urquieta Molleda, académico, hombre de letras y generoso Mecenas; Benjamín Chávez Camacho, poeta laureado y prestigioso literato; Julia Guadalupe García, poetisa inspirada y last but not least, el talentoso artista plástico Erasmo Zarzuela.

Enhorabuena y gracias, hoy que celebramos el medio millar de las apariciones de El Duende, deseando que éstas continúen sucediéndose cada quince días y lleguen al millar de millares.

Carlos Condarco Santillán

Cotochullpa, julio del 2012

Fuente: LA PATRIA
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