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Domingo 22 de julio de 2012

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Cultural El Duende

Luis Urquieta Molleda

El Duende en el tiempo

22 jul 2012

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Una criatura quimérica que personifica el espíritu fantástico de los pueblos para representar valores de raigambre humana e imbricarse en las rutas de la manifestación estética, se ha convertido con el tiempo en el emblema de un proyecto cultural de enorme aliento e insospechada vigencia, al extremo de alcanzar la extraordinaria sucesión de quinientas ediciones sin interrupción a lo largo de cuatro lustros.

El embrujo de aquella criatura ha podido todo: acicatear voluntades reclamando la inspiración creadora de consumados autores, hasta de balbucientes noveles. Traer a cuento figuras universales de las letras, las artes, el pensamiento, regocijarnos con la producción lozana de autores nacionales y extranjeros nimbados de galardones.

Exultante, encapsulado en su ropaje formal, el vocero cultural El Duende, proclamó desde su origen el pluralismo, la universalidad y el fomento de la diversidad temática. Sus páginas abrigan en su extensión cuanto hay de útil para el solaz y el conocimiento, divulgando sin reparo de su grandor, joyas de la literatura, sobre todo de interés nacional.

He aquí algunas muestras:

Raíces en el equipaje, de la poeta e historiadora Regina Vogt Brehm, conocimos durante su presentación en Santiago de Chile en 1998. La autora, apoyada en apuntes dejados por su abuelo materno Hermann Brehm, armó el libro para transportar al lector a espacios y tiempos en los que el geólogo alemán, siendo empleado de Patiño desde 1912, recorriera las minas de Japo, Kami, Huanuni y San José, hasta 1925. La reveladora pieza transcrita en 13 entregas, evoca un pasado palpitante de Oruro y los parajes recónditos del metal del diablo.

El Primer Manifiesto del Surrealismo lanzado por André Breton en 1924, que supuso un movimiento literario y artístico de vasta influencia en el siglo XX, se alzó contra toda forma de orden y de corriente lógica, moral y social. Con propósito recordatorio, El Duende publicó el Manifiesto en 7 fragmentos.

Recuerdos y un brindis por Augusto Céspedes, una obra inédita del celebrado escritor y promotor cultural Mariano Baptista Gumucio. El original publicamos en 4 partes. El autor tuvo elogios para El Duende porque la pieza inédita fue la cuna del libro biográfico que después apareció sobre el gran maestro Céspedes.

África y Julitane, probablemente un adelanto para una autobiografía del académico Hugo Celso Felipe Mansilla, apareció en 8 partes en El Duende. La introducción trasunta un delicado sentimiento al recuerdo, cuando el autor dice: Los ríos de aguas mansas y oscuras, la estepa y el desierto, la selva y las ciudades del África Occidental, están unidas en mi memoria al recuerdo de Julitane. No me gustó esa parte del continente ni sus gentes, ni sus paisajes, y mucho menos su ámbito político. Y, sin embargo, cuando pienso en aquel tiempo, que fue el de mi segunda juventud, la remembranza de Julitane se sobrepone a todo y embellece una etapa que sin ella merecería ser calificada como mediocre y tediosa.

La Página octava.

Ha sido –sigue siendo– un espacio para destacar la acción protagónica en el campo de las letras y las artes:

Letras Orureñas. Fue una labor de largo aliento. El Duende, entre 1995 y 2003, registró más de 230 autores, revalorizando su aporte a las letras. Tenerlos en evidencia a los olvidados o ignorados fue una tarea gratificante. Quienesquiera asomen su interés para estudiar la vasta representación de escritores orureños, tendrán una veta con mención bibliográfica y una muestra antológica de cada autor.

El dulce vicio de escribir. Supuesto el agotamiento de recolección de autores de relevancia, se encontró en El dulce vicio de escribir (entre 2004 y 2005), el modo de recrear, mediante cartas intercambiadas, la intimidad entre dos personas distantes, rastreando así el modo cómo la historia de la humanidad, puede ser contada a través de misivas, diarios íntimos y otras formas, con solo la voluntad de comunicarse.

Milagros de la Pintura Boliviana. Con otro viraje, privilegiamos la plástica, durante tres años (2006 a 2008), mostrando que la pintura y la literatura, por extraño que parezca, pueden entenderse como artes hermanas. A propósito, viene a la memoria una vieja leyenda que cuenta de un monje tibetano que, sentado a la vera de un bosquecillo de bambú, rodeado de pájaros y crisantemos, en una tarde de brisa, se dispone a pintar: Qué pintaré, se pregunta. ¿El bosquecillo de bambú? No lo convence. ¿Los pájaros en el cielo? No lo convencen. ¿Los crisantemos mecidos por la brisa? No lo convencen. Por fin, después de mucho meditar, el monje decide: Ya sé, se dice a sí mismo: Pintaré la brisa. Pintar la brisa, que no se ve, con un pincel o con la palabra es el deseo final, confeso o no, de todo artista.

Durante tres años, la página octava se convirtió en galería de arte, mostrando lo mejor de por lo menos 78 pintores bolivianos

La máquina del tiempo. Entre 2009 y 2010, esta sección conjuncionó lecturas estéticas y temáticas para reflejar momentos históricos del país desde la literatura comprendida entre la época independentista y el primer período republicano con el aval del notable crítico Adolfo Cáceres Romero, encontrando en los cultores de aquel tiempo dominio fulgurante del verso y la prosa con espíritu de libertad.

El músico que llevamos dentro. A partir del año 2011, El Duende abordó desde la escritura el subyugante campo de la música, divulgando composiciones al influjo de sociedades y épocas en el ámbito inagotable del lenguaje universal. En un primer ciclo la sección se ha ocupado del mundo occidental, prodigado fastuoso en su evolución, mostrando a 50 exponentes esclarecidos por la aureola de sus glorias.

Próximamente, pasando por las composiciones en el continente, asumiremos el desafío de destacar la música nacional, desde sus orígenes más selectos.

Todo hito, como el que nos señala la Edición 500 de El Duende, es el fin de un camino expresado en realizaciones, también deberá ser el principio de un porvenir.

Las cartas de adhesión al arribo de la edición quinientos, por su profundidad y su fuerza de convicción, nos emociona, porque proviene de instituciones y personalidades del mundo intelectual amante de las letras y las artes.

Su amistad nos llena de orgullo, porque esa relación está unida a nosotros en la aventura del raro oficio de hacer de la cultura un vehículo promotor del desarrollo humano.

(*) Luis Urquieta Molleda. Director de “El Duende”

Miembro de la Academia Boliviana de la Lengua

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