La situación de la Terminal de Buses de Oruro es realmente crítica dadas las condiciones en que se llegó a un cierre de tal recinto de atención pública por más de 15 días con una serie de perjuicios para los ciudadanos que llegan y los que se embarcan hacia el interior esperando mínimas muestras de seguridad en las fases importantes de abordaje de las flotas y desembarque asegurando su equipaje de modo que llegue a destino sin contratiempos.
El mal que aqueja a la Terminal de Buses y que parece paradójicamente terminal, debería ser adecuadamente tratado sin acudir a una intervención directa sino más bien a una cirugía de emergencia que elimine los males que comprometen sus tareas diarias afectando muy seriamente su administración y por tanto poniendo en riesgo su existencia.
Si bien es cierto que en la edificación de la Terminal y el Hotel se utilizaron fondos regionales dispuestos a través de la entidad de desarrollo que por entonces funcionaba, no es menos cierto que justamente por una serie de fallas en el mantenimiento de ambos servicios se optó por su transferencia al sector privado, que lamentablemente no pudo sostener eficientemente lo que corresponde al funcionamiento de la Terminal, que por falta de disposiciones concretas no pudo monopolizar como sucede en otras terminales el uso de los recursos que se cobran por “uso de terminal” y que son la parte más importante del presupuesto que sostiene este tipo de negocio para servicio público.
No es que se trate de defender empresas o personas, de lo que se trata es de no empeorar la deteriorada imagen que existe sobre la posición del sistema gobernante que “soluciona problemas con intervenciones y nacionalizaciones”.
De momento las autoridades locales y algunas instituciones han planteado a la Autoridad de Fiscalización, Control Social de Telecomunicaciones y Transporte (ATT), intervenir la Terminal de Buses, con el propósito de reencauzar la vigencia de ese servicio en beneficio de la comunidad, tarea por supuesto urgente y necesaria pero que resultaría incompleta si además no se define de manera legal el futuro de ese complejo estructural que con el paso de los años ha reducido su capacidad de servicio y merece ahora lo que se llama una reingeniería de toda su estructura para optimizar sus servicios, además bajo estrictas medidas de cumplimiento de normas reglamentarias para asegurar su futuro sostenimiento.
Cualquier acción deberá cumplirse por la vía legal, definiendo serenamente y con absoluta responsabilidad la suerte de una terminal ahora estrecha y que debe ampliarse en lo que corresponde a la prestación de sus servicios, con preferencia para el transporte interdepartamental e internacional. Esto significa que hay que pensar en edificar otra terminal de servicios para transporte interprovincial y además exigir, dicho sea de paso, la habilitación de la adecuada terminal de carga, pues hablando de terminales se hace mucho alarde por cuestiones que pueden salvarse con medidas técnicas, reglamentos apropiados, disposiciones concretas y no con paliativos populistas.
De momento es urgente la reapertura de la Terminal, pues no sólo se trata de la atención de pasajeros y el ordenamiento en la salida de buses, porque las llegadas están fuera de control, se trata también de mucha gente que ha hecho su modo de vida con una suerte de negocios en espacios de la edificación, situación que igualmente merece un adecuado reordenamiento.
Fuente: LA PATRIA
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