Cuando hoy se habla de los levantamientos populares antidictatoriales del Medio Oriente, mucho se habla de los casos de Libia, Siria, Egipto o Yemen, donde la oposición ha venido siendo muy influida por las corrientes pro-EE.UU. No obstante, poco se habla de las multitudinarias protestas en Bahréin, donde allí hay una fuerte influencia pro-Irán y se jaquea a uno de los pilares de Washington en la región (las 6 petromonarquías del Golfo Pérsico).
Esta isla de apenas 765 kilómetros cuadrados es el más chico de los 22 países que conforman la Liga Árabe; sin embargo, tiene un peso clave en la economía y geopolítica mundiales. Su Producto Interno Bruto asciende a $us. 23,000 millones lo que da un promedio de $23,000 anuales, colocándolo en el puesto 33 de la tabla mundial ligeramente por encima del de Corea del Sur, Portugal o Arabia Saudita.
En 1932 en Bahréin se encontró el oro negro por primera vez en el lado de la península Arábiga del Golfo Pérsico, siendo uno de los primeros pilares en la transformación de dicha zona en el mayor generador de energía de la humanidad.
Dicha isla se encuentra entre Arabia Saudita y Qatar, dos de los mayores exportadores de petróleo del mundo, al frente de Irán (que hasta su independencia del Reino Unido en 1971 le reclamó como una de sus provincias debido a que antes fue dominada por los persas y a que tiene una población mayoritariamente chiita) y en medio de la ruta por donde pasan los buques que transportan los hidrocarburos desde Iraq y Kuwait al resto del planeta.
El 14 de febrero 2011 en Bahréin se iniciaron constantes marchas pro-democracia, aunque al mes siguiente mil soldados de las demás 5 monarquías del Golfo incursionaron sobre su territorio. Mientras los medios occidentales denunciaban la represión en Libia, estos mismos minimizaban la de Bahréin, incondicional aliado de la OTAN en sus guerras en el Asia occidental.
Si Libia, Siria, Iraq o Yemen han sido repúblicas gobernadas por dictadores, Bahréin, es desde 1783 la gran hacienda privada de la familia Al Khalifa, la misma a la que pertenece el autocrático rey Haman bin Isa Al Khalifa, su Primer Ministro y todos los ministros claves (Interior, Defensa, Cancillería, etc.) y jefes de puestos estratégicos.
La mitad de sus 1.200.000 habitantes no son considerados ciudadanos, y el 70% de su población que es chiita es discriminada. Allí realmente no hay un Poder Legislativo y la tortura está legalizada, al punto que recientemente 13 exdetenidos (incluyendo uno con pasaporte sueco) denunciaron haber sido torturados directamente por el príncipe heredero. Los EE.UU. han enviado allí una plataforma naval para apoyar a su quinta flota, pues les inquieta que esta revolución sobrepase a los movimientos pro-Occidente que han dominado en los rebeldes de Libia, Siria o Iraq, y que acabe concertando con Irán.
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