Tengo la certidumbre de que ningún ciudadano boliviano, a estas alturas de las circunstancias, podría animarse a tratar este tema que fuera hecho público por una publicación foránea, que significa una suerte de lapidar al Gobierno y al propio país, cuando un periodista brasileño se ha dado a la tarea de referirse a un informe, dizque, de una unidad de inteligencia de la Policía boliviana, a través del cual se involucraría al ministro de la Presidencia, el exmilitar Juan Ramón Quintana y la señorita Jessica Jordán, otrora la bella y despampanante Miss Bolivia, en ajetreos de narcotráfico, al extremo de que dicha publicación de la revista carioca “VEJA”, hace una insinuación en sentido de no haber aún datos que ayuden a esclarecer si el entorno de Evo Morales se ha corrompido aisladamente, o sí él tendría participación directa en los negocios de su Gobierno con el narcotráfico. Esta conjetura es sumamente peligrosa, no tanto para el propio Presidente Morales, sino fundamentalmente para la salud de Bolivia.
Es cierto que el autor de aquella publicación periodística tiene la obligación de demostrar el origen de sus afirmaciones, así como las probanzas que podrían dar fe de todo ello, y mientras eso no suceda es ciertamente aplicable la presunción de inocencia en favor de los nombrados en aquella nota, en razón de encontrarse sindicados dos altos funcionarios del Estado boliviano, a quienes se les había encargado tareas en las macro regiones y zonas fronterizas con la República del Brasil, situaciones estas que parece hubieran sido aprovechadas para tener ligazones con las mafias del narcotráfico, tal como lo insinúa aquella publicación que ha dado vueltas por todo el planeta.
No olvidemos que el Gral. Sanabria, al haber sido detenido y procesado por la justicia de los EE.UU., dice haber entregado una relación de altos funcionarios que supuestamente hubieran estado vinculados al narcotráfico en Bolivia, y esto determina la presunción de que lo dicho por la revista “VEJA” fuera cierto, de modo que será necesaria no una simple aclaración de parte de los aludidos en aquella publicación, sino la necesidad de hacer uso de los mecanismos legales en materia de Derecho Internacional Privado, en razón de tratarse de la imagen de personalidades que tienen que ver con las tareas gubernamentales en nuestro país, y de paso se alude al Primer Ciudadano.
De la aplicación de aquellos mecanismos legales, se obtendrán conclusiones y respuestas que demuestren la inocencia o la culpabilidad en su caso, de modo que el ciudadano boliviano tenga la certeza de aquellas afirmaciones o las deseche por falaces.
El Presidente Evo Morales Ayma, tiene hoy la gran oportunidad de demostrar el tratarse simplemente de una guerra sucia que pretende enlodar a su administración, porque así lo entienden muchos miembros del oficialismo, pero que la oposición tiene criterios diferentes. El haber designado nuevo Embajador de Bolivia ante el Gobierno del Brasil, en la persona del político socialista Jerjes Justiniano, justo en estas circunstancias, parece que respondiera a la necesidad de contar con un académico del Derecho a los fines de iniciar cualquier acción procesal tendente al esclarecimiento de este problema y ante las autoridades del Brasil. Menuda tarea la que se le encarga.
Sin embargo, al margen de aquello que comentamos, tenemos que alinearnos a las referencias que tiene aquella publicación en la revista “VEJA”, sobre el crecimiento del cultivo de la hoja de coca en nuestro país, y es cierto que dicho crecimiento de la superficie dedicada al cultivo de cocales se inició a partir de la administración del Presidente Morales, aspecto este que no puede ser negado por nadie, menos por S.E.
También es cierto que como consecuencia de este fenómeno, comenzaron a aparecer por centenares en nuestro territorio fábricas de cocaína, sin tener en cuenta que las regiones del Chapare están en franco declive, de manera que será necesario ampliar territorios para el cultivo de la hoja de coca, y que mejor será ingresar a los parques nacionales, cuya virginidad les llama la atención a los expertos en la fabricación de la droga.
Otro aspecto de seriedad, que la revista no ha tomado en cuenta, es que la hoja de coca del Chapare no tiene la misma calidad que la de los Yungas, lo que quiere decir que no es aceptable en el “acullico”, de modo que la mayor producción del trópico cochabambino obviamente que se destina a otros menesteres, entre los que se tiene seguramente a la producción de drogas ilegales, como sostiene aquella publicación.
Se está ante un problema de gran magnitud, aunque no lo acepten aquellos a los que se ha involucrado en esa publicación. Es que la imagen del Presidente y del país, cuentan más que la de los otros.
(El ejercicio del poder corrompe y su sometimiento degrada)
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