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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Mi obispo favorito - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Recientemente el Papa ha aprobado las virtudes heroicas del célebre obispo norteamericano Fulton J. Sheen. El decreto firmado por Benedicto XVI, reconoce que el hoy “venerable” vivió de manera ejemplar las virtudes cristianas, abriéndole el camino a los altares.
Fue a mediados de los 1970 cuando escuché de Monseñor Sheen. En esos tiempos postconciliares, cuando siendo un adolescente idealista estaba completamente volcado a la Legión de María, muchos no entendíamos cómo, mientras el Papa Paulo VI escribía la Exhortación Apostólica “Marialiscultus”, muchos sacerdotes nos urgían a abandonar “la beatería de rosarios y esas cosas”. Lamentablemente algunos sucumbieron, entre ellos puedo contar a quienes hoy son un pastor evangélico y un misionero mormón.
La firmeza doctrinal de Mons. Sheen, en ese tiempo borrascoso, fue una de las cosas que sostuvo mi fe y mi compromiso. Mons. Sheen dijo entonces a los miembros de la Legión de María: “Cuando el Señor estaba suspendido en la Cruz, sus enemigos le dijeron: ‘Baja, baja de la Cruz y creeremos’. Después de eso, ellos estaban dispuestos a creer algo. De igual modo, si alguno les dijera: ‘Baja de tu constitución, baja de tus tradiciones, de tus normas, de tu práctica, de tu celo, de tu oración, de tu dedicación, de tus sacrificios, baja creeremos en ti’. Recuerden que nuestro Señor no bajó. Es humano bajar. Es divino estar colgado allí. Sí, hay momentos en que es duro, muy duro pertenecer a la Legión de María, y es duro continuar estando colgado en ella, pero, mirando la Cruz, es más duro estar colgado allí”.
Humilde hijo de un granjero, había nacido en 1885 en El Paso, Illinois, y ordenado sacerdote a los 24 años para la diócesis de Peoria. Merced a los tesoros de su aguda inteligencia, fue enviado a la Universidad de Lovaina, donde conquistó el Premio Internacional de Filosofía “Cardenal Mercier”.
Hasta su muerte en 1979 con 84 años, fue una influencia decisiva para miles de personas, como gran predicador, escritor, misionero y maestro de la fe, pero especialmente por su testimonio de vida y su profunda relación personal con Dios.
Tempranamente en 1930, dio inicios a su apostolado evangelizador a través de los Medios. Su programa radial “La Hora Católica” se extendió por 22 años. En 1951, pionero también como telepredicador lanzó su afamada serie televisiva “La vida vale vivirla”, y “Programa del Obispo Sheen” después. Se estima que su público semanal llegaba a 30 millones de personas.
Fue elegido y ordenado obispo en 1951, así participó de todas las sesiones del Concilio Vaticano II, posteriormente en 1969, fue nombrado Obispo de Rochester.
Además de incontables artículos y columnas, el arzobispo Sheen publicó 96 libros. “Sus conferencias versaban sobre cosas sencillas, de la vida de cada día, a las realidades que diariamente tocamos con los dedos de la mano y ocupan nuestra cotidiana atención, pero dicho todo ello con la galanura de un artista y con la caridad de un santo”. Por dos veces le fue otorgado el “Emmy Award”.
El P. Herminio Crippa SCJ, escribió lo siguiente: “Se levanta a las seis. Va a su despacho a las nueve. Todos los días se queda en la iglesia una hora después de la Santa Misa. El único desahogo que tiene es un partido de tenis. Como en veinte minutos, a lo sumo. La semana en que habla por la radio o predica por televisión, recibe hasta 25.000 cartas. Por la mañana trabaja a solas. Por la tarde recibe a quienes desean hablar con él de sus almas. Todos los días visita las oficinas de la Propagación de la Fe para dar las gracias personalmente a sus colaboradores”.
Precisamente dos de los pilares de la Fe católica más atacadas eran las que Mons. Sheen defendió a capa y espada: la Misa y la devoción a María –sus dos amores. Es una joya, por ejemplo, su escrito “La Señora”. Cito este libro porque destacan en él dos aspectos de la devoción mariana: el Santo Rosario y Fátima. Estaba convencido de que el rezo del Santo Rosario habría de revolucionar el mundo entero con una revolución de bienestar y de paz. Para ello, propuso para la meditación de los misterios, un nuevo enfoque: el “rosario misionero”, hoy tan difundido y conocido, lo ideó asignando a cada una de las cinco decenas un color distinto, simbolizando en una perspectiva misionera cada uno de los cinco continentes.
En “La Señora y Rusia”, Mons. Sheen hizo una interpretación de los grandes eventos de 1917 en Fátima, y escribió proféticamente: “La tercera guerra mundial no podrá ser detenida ni por un plan económico, ni por un plan social o militar. La única esperanza del mundo está en un milagro”. Milagro que ocurrió en 1989 con la caída de Muro de Berlín y el consecuente desmantelamiento del “Telón de acero”, ¿acaso él no lo había predicho?: “El 13 de octubre de 1917, cuando nuestra Señora se apareció en Fátima, el comunismo estaba empezando justamente a roer las entrañas del mundo. Dentro de 34 años más, el comunismo no existirá. Desaparecerá el Dictador Rojo pasando lista a sus tropas en la Plaza Roja, aparecerá nuestra Señora del Kremlin en la Plaza Blanca pasando lista a sus tropas de la Legión de María”.
Y si aún hace falta, subrayar la integridad del obispo Sheen, concluyo con esta expresión suya, aplicable por cierto, a todo bautizado: “Los principios morales no dependen del voto de las mayorías. Lo que está mal, está mal, aunque todos estén errados. Lo que es correcto es correcto, aún cuando nadie esté del lado correcto”.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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