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Domingo 08 de julio de 2012

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Cultural El Duende

Rodolfo Ortiz Oporto

08 jul 2012

Fuente: LA PATRIA

Rodolfo Ortiz Oporto. La Paz, 1969. Escritor, editor, poeta y ensayista. Director de la revista de literatura La Mariposa Mundial. Entre otros, ha publicado La corpulencia del tic (1997) y Cuadernos de la sequía (2006). Como ensayista, sus trabajos abordan el estudio de la literatura boliviana del siglo XX. Actualmente es responsable del suplemento Tendencias del diario La Razón.

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[En el alba porosidad de las piedras]

Hoy fuimos en busca de las piedras

allá lejos por la penumbra de tamaños

caminos en miniatura a la vera

de sendos eucaliptos. Y quiero decirte otro es

el silencio de las piedras cuando hablan

y cuando lo hacen te habrán mirado primero fijamente

en una pausa que sólo tú habrás creado con decoro

y también con otro silencio que será

el de tu cuerpo. Habrás de esperar una pauta

en ese momento cuando escucharás

rumores que vienen de muy lejos, quién

sabe de la propia ciudad oculta. Habrán ladridos

y llantos infantiles, así como también

matracas y motores. Habrá un dolor

que podrás oler si son las seis y media

de la tarde, y en invierno. Habrá el propio haber

que las piedras guardan para regalarte fríos

remotos jamás sucedidos. Nunca beses una piedra

si antes no te ha besado la muerte. Podrás tocada, enamorar

con sus formas y hasta guardarla en el bolsillo, pero

no entenderás su lenguaje si sólo le hablas

en el lenguaje de los vivos, porque las piedras

hablan el lenguaje de los muertos para

comunicarse con el lenguaje de los vivos. Y es así

que una piedra te espera en el recodo del viento

quién sabe por qué pero te espera

para fatal consternación de aquellos que han sido

mirados mucho antes por ella.

[Estoy en el baño]

Estoy en el baño

sentado en la tapa del inodoro. Tengo

la frente apoyada en un frío azulejo que viaja

por este cuerpo. Siento mis órganos

llorar, quebrarse en mil pedazos

la memoria en mil pedazos roída

náufraga en su ruina en su flora

por todos los tejidos por el agua

adherida de mis océanos. ¡Ah! los jardines

de esta perdida bondad, de esta piedad

que está por estar, deshaciéndose

por todas sus entrañas.

[Se ha dicho se ha meditado mucho]

Se ha dicho se ha meditado mucho

sobre la piedra de la locura. Dicen que anida en la cabeza

de los hombres y dicen que es verde y húmeda como

la peste. La piedra de la locura se posesiona de ti y mira

con tus ojos lo que no puede mirar con los suyos. No es

posible extraer la piedra de la locura. Habrá que estar loco

para apenas pensarlo. Habrá que estar loco para saber

que la piedra de la locura está en tus ojos

en el quiasma de tus ojos y en ninguna otra parte de tus ojos

y si osan arrancarla habrán de cegarte primero y habrán

de arrancarte los ojos y habrás de llorar con ellos y sin ellos

y habrás de callar eternamente

por quienes antes preparados de manos y de muerte.

[Te veo dormir]

en qué vientos

ingresa la noche si la respiración

es un áncora vacía que nos habla

por qué la voz enmudece ahora

que busco en las arrugas del codo

el reflejo de lo que no hay

en qué esquina dejas el alma

para regresar en su lana cuando

tu cuerpo no ha vuelto

dónde fija el pavor un dedo

cuando en el alba el pensamiento

ha sonado

plantar el hueso de mis ojos en tu tierra

dije un día.

[Cartera]

Miro una mujer por los prodigios

de una música

miro su cartera –el ardor

de sus órganos su sangre maldita

acaso

los cielos profundos que mordí

(olvidados) en ese

recinto oscuro de coloretes

y migas de pan.

[El alba]

El alba está rota

separada del mundo por

una palabra invisible.

Que vaya pase huya

a su fin de tierra más viva (aquella

esa allá) la que orada en la arena

el llanto seco de tu pecho.

En tu casa

vale la pena la muerte.

[Basural]

Todo lo que tus ojos ahora miran yo amé. El viento

sobre la yerba los animales vagabundos

ahora rutilantes llevando el pálpito de las nubes a la fronda

ese placer de luz otorgada (miré

lo que no hay)

y es ávida esta herida al abrir su agitado basural –la heredad

en los zapatos y los meses de repente. Todo listo

para el triunfo de las cosas simples

al fin en lo que acaba de lo ganado en la noche.

Fuente: LA PATRIA
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