Domingo 08 de julio de 2012

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Compadecerse es una forma de compartir y participar de los tropiezos materiales, personales y espirituales que aquejan a los demás, con el interés y la decisión de emprender acciones que les faciliten y ayuden a superar las condiciones adversas.
Diariamente ocurren todo género de desgracias: las fuerzas naturales, la violencia entre los hombres y los accidentes. Ante todo, debe quedar claro que tener compasión y sentir lástima no es lo mismo. Por otra parte pasa el tiempo y vemos con asombro la indiferencia que poco a poco envuelva a los seres humanos, los contratiempos ajenos parecen distantes, y mientras no seamos los afectados todo parece marchar bien. Este desinterés por los demás se solidifica y nos hace indolentes, egoístas y centrados en nuestro propio bienestar.
Con el valor de la compasión se reafirman y perfeccionan otros valores: Generosidad y servicio por poner a disposición de los demás el tiempo y recursos personales; sencillez, porque no se hace distinción entre las personas por su condición; solidaridad, por tomar en sus manos los problemas ajenos haciéndolos propios; comprensión, porque al ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada.