Viernes 29 de junio de 2012
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En tiempos en los que presenciamos un cínico despilfarro de la renta generada por la exportación de hidrocarburos, de gas fundamentalmente, resulta una contrariedad que la principal institución del orden y seguridad interna como es la Policía Boliviana no haya merecido la atención debida de los dirigentes del “proceso de cambio”.
Nuestros policías, en su mayoría, viven situaciones de aprieto económico, de pobreza y desigualdad. Y encima de ello les exigimos que no haya corrupción. Con los salarios de hambre que tiene el uniformado es imposible pensar en una Policía que tenga los mismos niveles de operación técnica como en otros países.
Pese a la pobreza institucional a que está sometida la Policía realiza, con sus limitaciones obvias, un gran trabajo para la sociedad a la que se debe.
Éste mes de junio debe ser el peor aniversario institucional que atraviesa nuestra Policía Boliviana tan venida a menos y tan abusada en los últimos seis años. Eso sí: utilizada para confrontarla y reprimir al pueblo, que es fuente de donde mana sus propios miembros y tropa.
