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Domingo 24 de junio de 2012

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Cultural El Duende

Djuna Barnes

24 jun 2012

Fuente: LA PATRIA

Djuna Barnes. New York, 1882-1982. Escritora y poeta norteamericana. Durante su residencia en París, estuvo en contacto con Duchamp, Joyce, Getrude Stein, Pound, Eugene O’Neil. Publicó en narrativa: Ryder (1928); El bosque de la noche (1936) y El vertedero (1988). En poesía, su obra está reunida en Poesía reunida, 1911-1982.

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Ocaso de lo lícito

Tú, con tus largas y vacías ubres

y tu calma,

tu ropa blanca manchada y tus

fláccidos brazos.

Con dedos saciados arrastrándose

en tus palmas.

Tus rodillas muy separadas como

pesadas esferas;

con discos sobre tus ojos como

cáscaras de lágrimas,

y grandes lívidos aros de oro

atrapados en tus orejas.

Tu pelo teñido cardado a mano

alrededor de tu cabeza.

Labios, mucho tiempo alargados por sabias palabras

nunca dichas.

Y en tu vivir todas las muecas

de los muertos.

Te vemos sentada al sol

dormida;

con los más dulces dones que tenías

y no has conservado,

nos afligimos de que los altares de

tu vicio reposen profundos.

Tú, el polvo del ocaso de

un amanecer húmedo de fuego;

tú la gran madre de

la cría ilícita;

mientras las otras se encogen en virtud

tú has dado a luz.

Te veremos mirando al sol

unos cuantos años más;

con discos sobre tus ojos como

cáscaras de lágrimas;

y grandes lívidos aros de oro

atrapados en tus orejas.

La soñadora

Cae la noche, en oscurecidas formas que parecen–

tantear, con misteriosos dedos hacia la ventana –luego–

descansan en el dormir, envolviéndome, como

en un sueño

fe mía –¡que yo pueda despertar!

Y gotea la lluvia con el mismo triste, insistente ritmo.

Temblando a través del vidrio, inclinándose lacrimosa,

y suave golpetea, como pequeños pies tenebrosos.

Fe mía –¡qué tiempo éste!

El plumoso fresno aletea; allí sobre el vidrio,–

el fuego moribundo lanza un parpadeante

rayo fantasmal,–

y luego se cierra en la noche y la lluvia cae suave.

Fe mía –¡qué oscuridad!

El lamento de las mujeres

¡Ay, Dios mío!

¡Ay, Dios mío, qué es lo que amamos!

¿Esta carne puesta en nosotros

como un guante arrugado?

Huesos tomados deprisa de alguna lujuriosa cama,

y por ímpetu, el empujón del diablo.

Qué es lo que besamos con prisa,

esta boca que busca la nuestra, o aún más ese

pequeño ojo lastimoso en la engañada cabeza,

como si lamentara aquello que a nosotros nos falta.

Este pálido, este más que anhelante oído atento

que oye de la lastimosa boca el suave lamento,

para marcar la silenciosa y la angustiada caída

de aún otra caliente y deformada lágrima.

Brazos cortos y magullados pies muy separados

para caminar eternamente con nosotros desde la salida.

¿Ay, Dios, es ésta la razón que amamos

–No son tales cosas golpes mortales al corazón?

A una de otro humor

¿Oh amada querida, debería dejar

de mirarte, siempre con ojos húmedos,

y quejumbrosos besos de estos labios donde yace

más miel que en tus áloes? ¿Debería romper

aún más oscuras hierbas, y suspirando no perder de vista

con fingida lamentación y gritos temerosos,

rodeándole lentamente con blasfemias

porque estaría bailando? No, me falta

la necesaria torpe salmodia de la desesperación.

No resuena en mí tu sombrío humor,

no está en mi corazón. Ni en ningún lugar

dentro de mi carne, la misma carne que enamoraste.

¿Entonces para qué aflojar mi trenzado pelo

ocultando mis ojos, y pretender que cavilo?

Transfiguración

El profeta cava con manos de hierro

en las inestables arenas del desierto.

El insecto vuelve a su larva;

retorna a semilla la rosa trepadora.

Como humo hasta la vacía garganta de Moisés,

irrumpen todas las palabras que dijo.

El cuchillo de Caín retira la estocada;

Abel se levanta del polvo.

Pilatos no puede encontrar su lengua;

desnudo está el árbol del que Judas colgó.

Lucifer clama desde la tierra;

Cristo cae a la muerte.

A Adán vuelve la fastidiosa costilla;

una criatura solloza en su flanco.

La extensión del Edén es espesa y verde;

el bosque se agita, no se ve una bestia.

Desencadenado, el sol, con rabiosa sed,

alimenta el último día con el primero.

Fuente: LA PATRIA
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