Lunes 25 de junio de 2012
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La amistad es un valor universal. Está claro que difícilmente podemos sobrevivir en la soledad y el aislamiento. Necesitamos a alguien en quién confiar, a quién llamar cuando las cosas se ponen difíciles. Convicciones, sentimientos, gustos, aficiones, opiniones, ideas políticas, creencias, religión son algunas de las cosas en común que pueden hacer que nos hagamos amigos de alguien. Sentirse a gusto con una persona, conversar y compartir sentimientos es el principio de eso que llamamos amistad. Comprender al amigo es meterse en su piel y hacerse cargo.
DESINTERÉS
Para que una amistad sea verdadera, no basta con caerse bien, hay que dar el paso definitivo: ayudarse desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Al amigo se le quiere porque él es él y porque yo soy yo. Las amistades se cultivan, maduran. Es fácil hacer amigos, pero es mucho más difícil mantenerlos. La vida pone a prueba la generosidad, la lealtad, el agradecimiento y no siempre se sale bien de ella. De aquellos amigos de la universidad, poco a poco la lista se hará menor. De un grupo de 30 ó 40 amigos, acabarán quedando, para toda la vida, 3 ó 4.