No es una novedad la explicación de algunas autoridades fronterizas de Chile al señalar que Oruro es un puente para el tránsito de drogas, especialmente de cocaína y marihuana, que se introducen al país vecino a través de pasos que son habilitados por los traficantes, justamente para eludir el control policial y especial de las fuerzas antinarcóticos de la extensa zona fronteriza binacional.
El pasado fin de semana un operativo de la Policía de Investigaciones de Chile en Antofagasta decomisó 636 kilos de cocaína y 220 de marihuana que fueron introducidos por la frontera boliviana, aprovechando que en toda la extensión de la línea limítrofe, en territorio boliviano, no existen puestos de control, los que también son reducidos en el lado chileno.
De acuerdo a las investigaciones y declaraciones de los detenidos chilenos, las drogas proceden de países al norte de Bolivia, inclusive algunos de Centroamérica, que ya han establecido una ruta que por supuesto utiliza Bolivia y en especial el distrito de Oruro como puente para traficar los envíos de cocaína y otras drogas.
El hallazgo en Antofagasta fue de 856 kilogramos, considerado el más grande de los últimos tiempos en el vecino país, situación que alarmó a las autoridades del control de drogas pues el destino final del embarque era Santiago, la capital. Si bien el reporte chileno menciona el hecho como “droga boliviana”, lo evidente es que toda la cantidad decomisada tuvo que haber recorrido por rutas bolivianas donde no existió ningún control de la fuerza especializada.
Hace tiempo atrás se conocieron otros movimientos de narcotraficantes que utilizaban la desprotegida línea fronteriza con Chile, permitiendo que pesados embarques de drogas, cuyo origen no se define con exactitud, simplemente pasaron por territorio nacional y por la zona orureña donde se encontraron inclusive puestos de avanzada camuflados en caseríos abandonados, donde se ocultaba la droga para que sea recogida por traficantes del país vecino.
El peliagudo problema preocupa a las autoridades especializadas de nuestro país, pero mucho más a las de Chile que con el embarque recientemente detenido temen que mayores cantidades de drogas pasen a ese territorio y lleguen a destinos prefijados, donde se comercializa a precios millonarios.
La lucha contra el narcotráfico debería ser una tarea conjunta de organismos policiales especializados de todos los países de la región, que deberían asumir responsabilidades coordinadas para enfrentar el flagelo de las drogas, de modo que esas operaciones ilícitas sean desbaratas en origen, evitando así su tráfico hacia las fronteras del sur donde lamentablemente todavía, como en el caso boliviano, no se han establecido comunidades que afirmen la soberanía y combatan narcotráfico y contrabando.
En nuestro país se han efectuado otros operativos antidrogas logrando desbaratar algunas operaciones que debían llegar al puerto de Arica y desde allí continuar hacia países de Asia, donde el negocio es altamente rentable.
En todo caso, hay necesidad de extremar recursos, humanos y materiales para combatir el tráfico de drogas, ese esfuerzo no puede ser sólo de un país, lo ideal será que también Chile, en este caso, coordine tareas para enfrentar el reto de ejercer control en nuestras extensas y paralelas fronteras.
Fuente: LA PATRIA
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