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Marzana - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Jueves 14 de junio de 2012

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Fortín de la Patria

Marzana

14 jun 2012

Fuente: LA PATRIA

Por: Lucio Gutiérrez

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Nunca en tus lides guerreras has sido más grande, que en tu plácido sueño de agonía en Boquerón; caíste en el puesto del deber con la frente altiva al cielo, la ironía en tus labios y la mirada de desprecio al Pila; blanco como el mármol, escalando el sueño de David, circundado de una reflejante aureola, tu figura es risueña, para las almas grandes como tú que revela al héroe invencible, la veneración colectiva de los dioses.

Boquerón retazo de tierra perdida en la planicie infinita de las selvas chaqueñas, ha sido la cuna de tu gloria y de la inmortalidad creciente de tus seiscientas huestes que lucharon en defensa de la soberanía patria; pasando junto contigo por las más duras pruebas de abnegación y sacrificio.

Ninguna hazaña es comparable a la tuya, en los tres años corridos de nuestra reciente épica historia; que sintetiza el coraje y el heroísmo de la raza, altiva y rebelde que no se rinde, ni a la misma muerte que la obligara cara a cara.

Tú eres, como esos epónimos guerreros antiguos, que dieron lustre y renombre a su historia; de alma bien templada como su espada de acero, de carácter como su infranqueable escudo y de acción como la fuerza destructora del rayo.

Los siglos futuros se encargarán de trazarte historias de fantasía, como las de Ulises, Epaminondas, las del Cid Campeador, Argatán, etc. Y no se equivocarán en hacerlas, porque la realidad tiene también sus espejismos, en la mente inventora de los poetas, que dan vida a las cosas y acción a los acontecimientos pasados con la clarividencia creadora del poder de su numen.

Tus acciones de Boquerón, palpitantes están como vivos ejemplares de heroísmo en el corazón de América, tu patria, que dejan de sentirse en el Continente como honda sacudida sísmica, que conmueve y admira asombrado el mundo entero.

Catorce mil rifles vomitaron fuego contra ti, a un cerco seguro y fuertemente aprisionado; millares de metrallas, centenares de cañones e infinidad de bombas y Stokes, se armaron para la destrucción de tu pequeña fortaleza.

Sabías bien, que estabas sitiado desprovisto de municiones de víveres y de agua; y la idea de la lucha desigual que, como un relámpago cruzó por tu mente, fue la chispa que encendió tu coraje de Prometeo, para repeler el ataque, no solo contra el cobarde pila, sino contra los mismos elementos de la naturaleza.

Sobre tu cabeza, roncaba el trueno, en relámpagos galopantes, de corceles liberados, brotando chispas de relámpagos, de sus vertiginosas carreras.

Y, las envenenadas nubes de pólvora, amenazantes de muerte y exterminio, cerrando el horizonte de luz, se golpeaban, se rajaban, abriendo sus mantos enlutados, para derramar el acero, el plomo a chorros calcinados.

Y, de todas direcciones ojos negros de azabache como Agros de mil luceros, atizaba en acecho tu rendición Oh... Demiurgo, para cesar la tormenta de fuego de voces en altercados, a una señal consabida para devolverte la vida.

Pero tú, en esas sombras dantescas del averno, alientos del odio y de la desesperación enemiga; no veías sino el desafío rojo, teñido de sangre humeante, de la bandera guerrera enarbolada, flameante, llamando a una ruda pelea.

Es entonces, que si fueron admirables su ciencia y tu táctica militares, fue, aun, mil veces más tu serenidad; que afrontaba a mayor peligro helada sangre fría y estoicidad, como una fuerza de orientación y una valla segura e infranqueable.

El combate fue aterrador, la lucha sangrienta, el ataque y la defensa inauditos; la escena de esta trágica hora indescriptible.

Se oyen, por todas partes, ayes y lamentos, presionan los pilas y tan pronto se repliegan y en sus filas se abren brechas enormes, dejando huecos de cadáveres y gemidos de heridos; que a largas distancias, los que salieron ilesos, se reúnen en consigna para una refriega, para un nuevo ataque instigados por una superioridad numérica y su posición aventajada.

Y, en ese estado de cosas duró el combate veintiocho días, esperabas en este lapso de tiempo, refuerzos municiones, víveres y agua, pero nada había. Una pena humana cubrió de sudor tu frente y la ráfaga sospecha de traición cruzó tu rostro.

Y, la visión de los cóndores andinos, que se esforzaban en auxiliarte, se rompió en ti ese velo peregrino e intruso de la duda.

Presenciaste aterrado la caída de tus soldados, desarmados por el hambre y la seda y a favoreceros, por lo menos con palabras de aliento, caíste tú también, con un gesto de heroísmo y tu valor bien probado, al no rendiros.

Pero Marzana, tu caída fue un pequeño descanso, un plácido sueño de gloria, tus enemigos, envidiosos de ti, no te dejaron gozar por más tiempo; auxiliándote, juntamente que a los tuyos, con el premeditado afán de darte la vida y luego hacerte cautivo.

La grandeza de tu espíritu militar y la heroicidad de tus huestes, impelieron al enemigo la nobleza de su conducta; tú pagaste a esta dádiva con prodigalidad e hidalguía, entregando tu revolver desarmado, de lo contrario difícil que te hubiesen tomado vivo.

Trescientos soldados perdiste en la batalla y con trescientos marchaste cautivo como el mejor galardón de invencible trofeo.

Ojalá, pronto muy pronto, estés entre nosotros, serás reliquia del Ejército; el Benjamín de la familia; el José Salvador de tus hermanos; y el hijo predilecto de la Patria.

Para ti las glorias y los laureles y un raudal de bendiciones, ovaciones con el armonioso acento de los niños, de las madres, de las esposas e hijas. Para ti mi admiración y respeto. Marzana… héroe invicto de Boquerón.

La nota fue publicada en la Gaceta de Bolivia en el año 1934.

Fuente: LA PATRIA
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