Lo que ocurre en Venezuela ocurre en Bolivia. Los dos regímenes autoritarios de corte ultra socialista no han logrado llevar su retórica a la práctica y de ahí es que están mal utilizando y mal gastando el dinero generado tanto por el petróleo como por el gas.
El caso de Venezuela es un verdadero paradigma de la ausencia de criterio en políticas de energía: en el caso de sus convenios de préstamos con China ambos están con el mejor respaldo: crudo venezolano recibido por China a precio contable y transado, posteriormente, a precio comercial. Uno de esos convenios es denominado “Fondo de Gran Volumen” un préstamo de cerca de 20 mil millones de dólares (recuerden las cifras anteriormente comparadas para darse cuenta de la magnitud del dineral que implica) de los cuáles hasta 10 mil millones (convertidos en moneda china, yuanes) son destinadas a “compras” a empresas y productos de China.
Obviamente el repago de ese crédito es con envío diario de 300 mil barriles de crudo venezolano que ahora aumentó a 530.000 barriles de petróleo por día.
Economistas y analistas energéticos venezolanos están alarmados y me han comentado que el precio de barril de petróleo venezolano fijado en esos contratos es de apenas USD 50 (cincuenta) cuando en realidad el precio en el mercado internacional de 110,00 (ciento diez dólares por barril), suma que llega a los 21 mil millones de dólares que la estatal venezolana dejará de percibir tras una intrincada modelación numérica y de contabilidad que ciertamente dicen muy mal de la administración socialista de Venezuela. Está muy claro, consecuentemente, que los “revolucionarios” venezolanos y bolivianos no conocen ni entienden, ni quieren entender ni quieren conocer, el manejo de políticas públicas coherentes y sistémicas regidas por reglas de mercado. Desconocen, obviamente, la geopolítica de los negocios de energía y sus implicaciones a futuro y lo único que avizoran son extravagantes sumas de dinero para seguir financiando sus proyectos socialistas de gobierno.
El caso boliviano es el mismo: no le dan la atención debida a los temas de gas natural, no tienen criterios de apertura de nuevos mercados, no atraen nuevas inversiones y lo que es peor buscan negocios con Irán o China.
No vamos a mencionar el nivel de discrecionalidad política de esos fondos, una vez depositados, que seguramente van a servir para financiar campañas y para seguir sosteniendo un régimen que otorga bonos y misiones” sociales sin impacto en la economía del Estado.
La situación de la economía de Bolivia y de Venezuela da para pensar y más allá de ser temas de interés meramente nacional de cada país deberían ser ya de preocupación Continental. No es posible que la OEA y Estados Unidos sigan cruzados de brazos ante el despilfarro monumental de recursos petroleros y gasíferos que entre ambos regímenes socialistas, el boliviano y el venezolano, hacen de los recursos energéticos y financiaros manteniendo a sus ciudadanos en niveles de pobreza, ausencia de trabajo, y falta de recursos para desarrollo económico.
La preocupación latinoamericanista por salvaguardar los recursos petrolíferos y gasíferos de Venezuela y Bolivia es legítima. Debiera ser tarea Continental el evitar despilfarros porque en un futuro mediano el Continente va a necesitar energía.
Nuevos valores de democracia y criterios de políticas públicas de largo plazo debieran implementarse para evitar este tipo de situaciones desagradables cuyos platos rotos pagarán las nuevas generaciones.
(*) Máster en Administración de Negocios, consultor
Twitter: @bguzqueda
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