Después de lo acontecido en la Asamblea de la OEA, que se cumplió en nuestro país, instancia en la que se planteó una vez más la demanda marítima boliviana, aunque el resultado de tal acción nos mostró con mucha claridad que inclusive los aliados políticos, tienen sus dudas en asuntos de alta diplomacia y más aún si consideran que las soluciones deben ser bilaterales.
Está claro que mientras persista la negativa chilena para establecer un diálogo abierto y continuado para tratar el tema marítimo, los esfuerzos de nuestro país tendrán ese freno caprichoso e injusto, especialmente si se trata de exigir una revisión concreta del Tratado de 1904 que nos permitiría mostrar al vecino que ha incumplido una serie de normas y por tanto es viable y normal exigir una reconsideración en las negociaciones bilaterales.
Hay otro argumento más importante y es que en cuatro ocasiones que Chile planteó la revisión del dichoso tratado, la diplomacia boliviana admitió reformas en el texto de ese tratado y lo hizo de buena fe y con plena convicción para no entorpecer el curso de las relaciones entre ambos países. Esa sola muestra de voluntad diplomática debería ser respondida ahora con la misma sinceridad y amplitud para renegociar el Tratado de 1904 y encaminar un diálogo fraterno hacia soluciones concretas en el tema de nuestra mediterraneidad.
Por su parte y en la necesidad de insistir y promover un acercamiento de las partes, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza formuló un llamado a las representaciones de Bolivia y Chile para que puedan retomar el diálogo y alcancen el objetivo deseado que alienta el organismo hemisférico para fomentar la integración de todos los pueblos americanos.
Para el Primer Mandatario de nuestro país, el asunto “es multilateral desde el momento que fue considerado en un organismo hemisférico (OEA), aunque el tratamiento del tema sea bilateral”, con tal reconocimiento insiste en la urgencia de sostener vigente en otros foros la demanda boliviana.
Se trata de un derecho imprescriptible conocido en el hemisferio y por tanto tiene carácter de multilateralidad, aunque hay que extremar todas las instancias para encontrar condiciones favorables para un diálogo abierto y consistente, esa deberá ser la premisa de la acción diplomática entre ambos países que revierta la cerrada posición unilateral de Chile, que aparentemente no quiere una negociación bilateral, sostenida y razonablemente amigable.
Diplomáticos que siguen el curso de las negociaciones, coinciden en señalar que en el 2006 se abrió una buena oportunidad para negociar pacíficamente y en un contexto diplomático de mutuo respeto, se logró aprobar inclusive una agenda de 13 puntos en la que se incluía la demanda marítima boliviana, pero lamentablemente no se alcanzó el objetivo de cumplir dicha agenda que fue relegada por el actual Gobierno empecinado en una posición que muestra una actitud incomprensible, más caprichosa que amistosa y fraterna.
Bolivia insistirá en su reclamo a través de organismos internacionales, sin dejar de lado la opción del diálogo, siempre y cuando Chile admita su error y cambie su empecinamiento por una conducta responsable, seria y verdaderamente solidaria.
Fuente: LA PATRIA
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