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Domingo 10 de junio de 2012

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Cultural El Duende

Tomás de Aquino

10 jun 2012

Fuente: LA PATRIA

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Quizás haya sido no sólo el más grande y el más importante de los filósofos de la Alta Edad Media, sino también el más gordo; eso al menos afirmaron, con cierta malicia, algunos de sus contemporáneos. Tomás de Aquino (1225-1274) provenía de una familia aristocrática del sur de Italia. Se adhirió a la recién fundada orden de los dominicos, que propagaba el ideal de un ascetismo radical. Su familia lo había destinado ciertamente a una carrera eclesiástica, pero tampoco querían que se fuera con aquellos frailes mendicantes. Así que se envió a sus hermanos para que lo hicieran volver; cuando Tomás se negó a acompañarlos, no vacilaron en recurrir a la perfidia. Le mandaron a la celda, según se afirma, a una prostituta que, sin embargo, emprendió la retirada por impulso propio cuando el futuro padre de la Iglesia se opuso a sus intentos de aproximación armado de un leño ardiente que había sacado de la chimenea, dando muestra así de un grado de valentía que ella no se había esperado. Más tarde, Tomás enseñó en Nápoles, París, Colonia, Bolonia y Roma, y su fama iba en constante aumento. La Iglesia puso grandes esperanzas en este pensador que se tomaba la causa de la fe más en serio que nadie; eso también lo observó muy pronto su maestro Alberto Magno, hombre asimismo célebre, quien afirmó que su discípulo, siendo el más grande de su tiempo, era capaz de reconciliar a los dos grandes de la filosofía anterior, Platón y Aristóteles.

La filosofía de Tomás de Aquino se caracteriza por un ambicioso proyecto de mediación que trata de conciliar las verdades de la fe cristiana con el pensamiento de Aristóteles. La fe ocupa ciertamente en esta construcción un rango superior (pues así lo deseaba la Iglesia), pero aun así, la razón adquiere mayores derechos, pues se la considera capaz de discernir todas aquellas verdades que no se deben a la revelación divina y permanecen, por tanto, por debajo del umbral de la fe; lo cual, después de todo, abarca un ámbito bastante amplio del mundo terrenal. Tomás dio a la ciencia un margen de acción más amplio, que ésta supo aprovechar en lo sucesivo, con lo cual resultaría inevitable el conflicto con la Iglesia, que seguía en actitud vigilante. Dios es para Tomás el que es, es decir, el ser en sí, en el que la esencia coincide con la existencia. Dios ha creado el mundo a partir de la nada, y su creación está bien ordenada, pues asciende desde lo más bajo, la materia, pasando por los elementos, las plantas, los animales, los hombres y los ángeles, hacia Dios. Como ser supremo y primordial, Dios es el Ser mismo, mientras que todo lo creado sólo posee el Ser, que se le presta por el breve tiempo que dura su vida. En el hombre forma y materia están unidas, Tomás concibe el alma como principio formal de la materia del cuerpo, cuyas diferencias constituyen los rasgos particulares que caracterizan a cada individuo. Pero además el alma, que es inmortal, influye también en los actos cognoscitivos humanos, en tanto que es capaz de dirigir y unificar el material perceptivo entrante y los pensamientos correspondientes mediante un sentido común central.

Tomás de Aquino dejó una extensa obra cuyo estudio supera las fuerzas de todos nosotros, según observó uno de sus discípulos con un suspiro de resignación. Tomás fue canonizado en 1323 y declarado padre de la Iglesia en 1557; su doctrina, el tomismo, hace mucho que ha ascendido al rango de filosofía oficial de la Iglesia. Su obra, que otros consideraban inmensa, a él le parecía insignificante; se cuenta que, cuando sintió que le acercaba la muerte, concluyó su laboriosa vida con las palabras: No puedo más; frente a lo que he visto, todo lo que he escrito me parece mera paja.

Otto A. Böhmer en: Diccionario de Sofía

Fuente: LA PATRIA
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