Mientras la ONU colocaba su bandera en Río de Janeiro, la ciudad que cobijará a una de sus más esperadas cumbres mundiales sobre ambiente, la presidenta anfitriona, Dilma Rousseff, transmitía desde la sede del gobierno en Brasilia el mensaje de que el combate a la pobreza también puede ser verde.
Vestida con una camisola verde y azul, los colores que simbolizan la rica biodiversidad brasileña, Rousseff anunció esta semana un paquete de medidas verdes, dando un guiño a su país y también al mundo que ya la observa desde la platea en vísperas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, también conocida como Río+20.
Entre las políticas que Brasilia llevará adelante se cuenta la creación de nuevas áreas de extracción de recursos naturales y unidades de conservación indígena, a la vez que ordena priorizar las compras públicas a empresas comprometidas con el cuidado del ambiente.
Pero estos no fueron los únicos temas con los que el gobierno buscó sorprender a su platea ambientalista. La ministra de Medio Ambiente, Izabella Teixeira, dio cuenta a su turno que se había logrado llegar a "la menor tasa de deforestación de la Amazonia en toda su historia".
Fue un anuncio de gran efecto ante la cercanía de la inauguración de los encuentros de la sociedad civil previos a la cumbre oficial auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas, que se realizará del 20 al 22 de este mes en Río de Janeiro para evaluar lo resuelto en esta misma ciudad dos décadas atrás, en la Cumbre de la Tierra, y definir una nueva agenda ambiental.
Brasil hizo su parte y antes de lo establecido en sus metas internacionales, destacó la ministra, al indicar que en la llamada Amazonia Legal fueron deforestados 6.418 quilómetros cuadrados entre agosto de 2010 a julio de 2011.
"Ese dato representa la mitad de lo que había en 1992, cuando se realizó la también llamada Eco 92, y un tercio menos de lo que fue en 2004, comparó Teixeira al hablar en el Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebró con ceremonias en paralelo realizadas en Brasilia y Río de Janeiro, encabezadas por Rousseff y autoridades de la ONU.
Un mensaje expresado en la métrica de cifras, porcentajes y metas que Rousseff subrayó una y otra vez en su discurso, en momentos en que le llueven críticas de organizaciones ambientalistas y sociales. Las primeras la acusan de llevar adelante una política ambiental "desarrollista a toda costa" y las segundas de estar "sometida a los intereses del agronegocio".
"Estamos empapados en ese concepto de sustentabilidad traducido a los verbos incluir, crecer y proteger, incluir, crecer y preservar", respondió.
Rousseff resaltó que, al mismo tiempo de practicar una "agenda ambiental ejemplar", su gobierno y el que le precedió desde enero de 2003, presidido por su correligionario izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, hicieron crecer el producto interno bruto más de 40 por ciento desde entonces y posibilitaron que 40 millones de pobres pudieran pasar a integrar la clase media.
"Crecimos incluyendo y nos transformamos en una referencia de preservación ambiental", sostuvo. "Es una muestra al mundo de que es posible conseguir esos tres objetivos y conjugar esos tres verbos", reiteró, al informar de la inclusión de 24.000 familias pobres en el programa "Beca Verde", que estimula la búsqueda de soluciones rentables y sostenibles.
Pero esos avances detallados por el gobierno pueden anularse rápidamente, por ejemplo con la estrategia de priorizar la realización de grandes complejos hidroeléctricos en la selva amazónica, según las organizaciones brasileñas integradas en el Comité en Defensa de los Bosques.
Los activistas también critican la exploración y explotación de combustibles fósiles, que el gobierno entiende es imprescindible para afrontar los nuevos desafíos energéticos de una nación con más de 192 millones de habitantes y una clase media en constante crecimiento.
Rousseff recordó este martes que Brasil todavía tiene una de las matrices energéticas más limpias. Pero con el descubrimiento de nuevas e insondables reservas de hidrocarburos debajo de las capas de sal del fondo del océano Atlántico próximas a la costa, ahora el gobierno también apuesta a una fuente no renovable y controversial.
Uno de los grandes temas de Río+20 es la llamada “economía verde”, que se basa en reducir el uso de combustibles de origen fósil y la emisión de gases invernadero para priorizar el desarrollo sustentable, recordó el analista político Mauricio Santoro, de la Fundación Getulio Vargas.
"Brasil tiene un discurso oficial simpático, pero no políticas públicas que contradicen esa visión", criticó ante la consulta de IPS. "Pone énfasis en la exploración de petróleo en las capas pre-sal y en la construcción de represas hidroeléctricas gigantescas en la Amazonia", comentó.
También Mario Mantovani, responsable de la organización ambiental SOS Mata Atlántica, cuestionó ante el IPS que "el gobierno tiene ahora este discurso para aliviar la serie de errores estratégicos que cometió", como "sacar la protección ambiental" del nuevo Código Forestal.
Fuente: Río de Janeiro, 9 (IPS/ANF) -
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