La principal tiene que ser por supuesto la atención a los problemas que tienen los vecinos a lo largo y ancho de la ciudad, por tanto no debería extrañar a las autoridades del “ente deliberante” que los ciudadanos agrupados en juntas vecinales, exijan mayor responsabilidad en el trabajo destinado a la aprobación de proyectos que mejoren las condiciones de vida de la población.
Como quieran llamarlo, el pueblo, el soberano, la comunidad donde quiera que se encuentre, es mandante de los concejales y también de autoridades del ejecutivo comunal, pues todas fueron electas por voto popular, lo que significa la transferencia de poder representativo para que quienes resultaron beneficiados con el apoyo del soberano solucionen esos requerimientos que se plantearon desde la vecindad y que deben ser atendidos paulatinamente, pero con un orden de prioridad dadas las características de cada necesidad o emprendimiento vecinal.
El Concejo no puede advertir a los vecinos “que no trabajará bajo presión”, pues se trata justamente de cargos donde lo menos que puede suceder es que los vecinos “aguanten” indefinidamente la lentitud en aprobación de proyectos, que en su generalidad son obras retrasadas, algunas inclusive de pasadas gestiones y que merecen solucionarse cuanto antes. Los vecinos tienen en sus manos el instrumento más claro de prevención, es justamente esa advertencia a quienes no trabajan y que se denomina “revocatoria de mandato”.
Es evidente que no todo puede aprobarse por la presión que ejercen vecinos o sectores de la población, pero no es menos cierto que muchos de los proyectos existentes actualmente en fase de aprobación, no son recientes, por tanto hay varios que merecen atención de urgencia y eso es lo que piden los vecinos.
El Concejo debería además disponer el trabajo en comisiones de la revisión de varios proyectos que están paralizados y que deberían ser activados, pues se sabe que inclusive cuentan con presupuestos asignados, como la habilitación del sistema de alcantarillado en la zona Este de la ciudad entre urbanizaciones de Santa Rosa, El Carmen I y II y otras hacia Vinto que merecen solucionarse antes de que una nueva temporada de lluvias altere las obras ya definidas.
Hay muchas cosas por hacer y son las autoridades municipales que deberían priorizar los gastos comunales, pues resulta que algunas obras de maquillaje no son más importantes que las soluciones a problemas de saneamiento básico, como agua, alcantarillado, luz y transitables vías de acceso.
Más de treinta carpetas de obras vecinales postergadas es un número alarmante que denota, por un lado incapacidad funcionaria y por otro poca voluntad “política” para solucionar los problemas vecinales, entendiendo que la mayoría cuenta con presupuestos asignados y cuyos trámites de mera formalidad son precisamente los que impiden la concreción de obras.
La ciudad debe crecer con planes armónicos, urbanísticamente definidos, con menos carga de pintura en el centro y con más obras de servicio en los barrios, justamente esas urbanizaciones donde los vecinos confrontan una serie de problemas por las deficiencias en la priorización de proyectos sociales.
Fuente: LA PATRIA
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