Tan cierto como lo señalan algunos analistas, al referirse a los resultados de la 42 Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), más allá del tema específico planteado por el Gobierno boliviano para tratar el asunto de la mediterraneidad que finalmente no tuvo un avance de orden concreto, como tampoco marcó trascendencia la posición de un trío de delegados que buscaba aprobar un documento para cambiar la estructura del organismo hemisférico que tiene más de treinta países aliados, no prosperó ningún reclamo.
En realidad es interesante el curso de los hechos con una presencia de delegados aunque no todos, pero una buena cantidad de representantes directos de países afiliados, por otra parte de delegados fraternales y de muchos funcionarios especialistas en el manejo de este tipo de eventos, propiamente en lo que corresponde a estructurar su desarrollo y cumplir ciertas metas planeadas y definidas con anterioridad y que eran parte del temario de un nuevo evento de representatividad hemisférica.
Las propuestas de algunos delegados, la de un mandatario invitado por el Presidente del país anfitrión y algunas voces aisladas no alcanzaron para generar un cambio en la estructura de la OEA, aunque si algo se logró fue arrancar en declaraciones de sus ejecutivos la necesidad de introducir algunos cambios en los lineamientos de abrir mayores posibilidades a la aproximación de otros países democráticos y practicantes de los derechos humanos para sumarse a los principios de integración que propugna la OEA.
El tema de la seguridad alimentaria que también propuso nuestro país, avanzó en su consideración temática, reconociéndose precisamente que la región en la que predomina el apoyo de países a la OEA “es la que se caracteriza por la cantidad mayor de alimentos que produce con relación a los que consumen sus habitantes”, una seria contradicción que debe revertirse pues no es posible que exista 60 millones de “ciudadanos americanos” que padecen hambre o desnutrición, teniendo un registro de buena producción de alimentos propios.
El tema de los derechos humanos y más propiamente las críticas a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), planteadas por gobiernos que se sintieron afectados por algunas de sus resoluciones, casos como el de Perú, Ecuador o Venezuela, propugnaron reformas en el tratamiento de esa comisión, la misma que sin embargo no tendrá variantes y se mantendrá con una tendencia de independencia y autonomía, para fortalecer la consideración de problemas que atenten o afecten los derechos humanos en alguno de los países que integran el organismo internacional.
Entre varios otros temas, también se consideraron las posiciones de dos frentes actualmente en conflicto en nuestro país, el caso de los indígenas del Tipnis y de los representantes del gabinete ministerial del país, que a su modo y en su tiempo expusieron sus puntos de vista, habiendo sido escuchados en la máxima instancia de dirección de la OEA.
Finalmente, la experiencia de haber llevado adelante un evento de la magnitud que representó la Asamblea de la OEA y en la cual se ponderó todo el andamiaje de su realización, debe ser la mayor satisfacción para nuestro Gobierno y para los artífices de un programa de varios días sin problemas de ninguna instancia, pese a las contingencias sociales que aún se viven interiormente. Las voces contradictorias no causaron efecto, está visto que una golondrina no hace verano.
Fuente: LA PATRIA
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