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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Un pajarillo llamado Cachín (Apuntes familiares) - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Cachín Antezana viene a ser el mediocentro adelantado (que en jerga futbolística sería el 10) de la familia Antezana Juárez. Cada vez que rompe algún récord o recibe reconocimientos y/o medallas por su aporte a la cultura y pensamiento bolivianos, la familia se enorgullece de tener al Cachín en su equipo. Toda una bendición. La verdad, desde niño lo observé jugando y pichangueando partiditos de fútbol posicionándose siempre en el centro del campo. Y eso va con su personalidad, ya que tiene una visión panorámica del juego y de sus pasiones como con el mismo fútbol y el análisis de la literatura y el lenguaje.
En familia, medio en broma y medio en serio, se sostiene que en el escudo familiar se deberían incluir tres símbolos: un fotograma de cine, un balón de fútbol y un libro. Cachín aportó con el símbolo del libro, ya que abrió un sendero en la familia los para los que directa o indirectamente amamos los libros y la literatura, siendo uno de los temas de conversación familiar. El de un fotograma corresponde a la herencia cinematográfica de la familia Juárez (desde nuestro abuelo Crisóforo y nuestra madre Raquel) y también de mi padre Luis. El balón de fútbol viene de nuestro padre, hincha del San José de Oruro y de la selección nacional. Desde muy pequeños nos llevaba al estadio a ver los partidos del San José; nosotros íbamos por los helados y los sándwiches de chola, pero algo seguramente aprendimos del deporte mismo. Cachín también bebió de esa fuente. ?l mismo cuenta que yo lo acompañaba a jugar fútbol desde bebé, ya que él se hacía cargo de mi cuidado, cuando no estaban mis papás. Cuidarme era una tarea muy aburrida para un niño de 11 o 12 años al que lo buscaban los del barrio para pichanguear. Se las ingenió para llevarme a la cancha improvisada y, supuestamente, al mismo tiempo jugar y cuidarme. Cuenta que me colocaba de poste del arco imaginario de su equipo y yo no me movía porque no sabía caminar. Sospecho que recibí uno que otro pelotazo, lo que seguramente hizo que me convirtiera en artista.
Cachín nunca dejó de seguir todos los partidos importantes desde sus épocas de universitario en La Plata, luego en Cochabamba, en Estados Unidos o Europa. Cuando llegaba de sus viajes de estudio, a veces coincidía con eliminatorias o un mundial (como el del 70). No había TV. Cachín organizaba la tribuna en casa colocando la radio en el centro del living, traía mandarinas y naranjas en buena cantidad y seguíamos los partidos en onda larga (en lo posible) a relatores fantásticos que él conocía, como José María Muñoz de Uruguay. Así que gracias al Cachín, aprendimos a ver los partidos en nuestra imaginación. Todo el mundo sabe que es un gran fan del fútbol, pero él ve (como buen 10) cosas que nosotros no vemos. Y eso está, en parte, expresado en su ya famoso libro Un pajarillo llamado Mané sobre Garrincha y otros grandes futbolistas a los que admira. Hace poco le regalé a un amigo italiano la versión traducida y curada por Claudio Cinti. Quedó tan impresionado por su manera de abordar el fútbol, que no podía creer que en Bolivia hubiera un intelectual de ese nivel. Yo me sentí muy orgulloso, no solo porque es mi hermano sino porque nos dignifica como bolivianos.
En el campo específico de la literatura su primer libro es su tesis doctoral (Lovaina, Bélgica) sobre la obra de Jorge Luis Borges titulada Algebra y fuego. Allí usa herramientas de análisis, con su particular modo de abordar las obras literarias, que se desconocían entonces. A su regreso de Bélgica compartió sus conocimientos teóricos en sus primeros libros y en diversas actividades académicas y literarias, que abrieron una nueva ruta para comprender nuestra literatura. De ahí en más se dedicó sobre todo a la literatura boliviana y llegó el reconocimiento principalmente en ámbitos académicos. Pero según Cachín, aunque ya era muy reconocido en el ámbito de la literatura, lo que lo hizo ??famoso? fue su trabajo en el que se aproxima al pensamiento y obra de otro orureño célebre, René Zavaleta Mercado. Definitivamente estos textos lo insertan de manera sobresaliente en el mundo académico y de investigación social ??muy diferente del literario?? de Bolivia y América Latina. Paradojas de un gran jugador.
En una sesión de homenaje y presentación de un video biográfico de Cachín hecho por la Fundación Patiño, el escritor Rubén Vargas señaló que consideraba que el gran aporte de Cachín a la literatura boliviana fue el haber fundado las bases para su estudio y análisis sistemático, lo que remite a una mirada que permite visibilizar la tradición de una literatura que hasta su llegada se encontraba prácticamente en la oscuridad y altamente fragmentada. En términos futboleros, Cachín fue y es como un gran director técnico que le da una identidad a un grupo diverso de jugadores que, sin su mano, solo sería una juntucha y no un verdadero equipo. Un Guardiola de la literatura, digamos, para quienes les gusta el fútbol. Así, su aporte a la cultura boliviana es invalorable.
En la familia las conversaciones giran también a otra de sus preferencias, esta vez vinculadas a los cómics o historietas; a partir de aquellos clásicos argentinos que venían en revistas como D´Artagnan, Intervalo y otras que él conoció de pequeño. Recuerdo que de uno de sus viajes de visita se trajo de Europa muchos cómics clásicos con dibujos fantásticos que son referentes de los efectos especiales de películas de superhéroes y otros de hoy en día. Entre los muchos que tiene, no olvido los cuentos de Lovecraft con dibujos de Alberto Breccia, ??Los mitos de Cthulhu?, pero también varias maravillas en torno a obras clásicas, de ficción y también, cómo no olvidarlo, del gran Fontanarrosa. Uno de mis sobrinos lleva el nombre de Nippur, como homenaje al gran personaje de Robin Wood, Nippur de Lagash. Y así todos tenemos alguna preferencia. Yo soy fanático de Corto Maltese (un antihéroe creado por Hugo Pratt). Y así?
Toda familia, cuando se reúne, tiene temas reiterativos de conversación, anécdotas familiares, recuerdos, memoria de los que se han ido. Nosotros pasamos por lo mismo. Luego se habla algo de literatura, de fútbol (bastante)? e, inevitablemente, se llega al tema dominante de cierre: el cine. Para quienes no lo saben, desde muy pequeños cada uno de nosotros asistimos a las funciones de cine que tenían nuestros padres en Tupiza, Villazón y Oruro. También en los centros mineros ya que nuestro padre Luis distribuía películas, como mi abuelo lo hizo algunas décadas antes. Por tanto, el cine era parte de nuestra vida cotidiana y a veces veíamos películas cada día (muchas veces la misma), algo poco común entonces, claro. En la familia se reconoce que la extraordinaria película de Giuseppe Tornatore, Cinema Paradiso es, en buena medida, la biografía de todos y cada uno de nosotros. Obviamente, lloramos a mares cuando la vimos. Cachín se identifica aún más porque dice que los filmes de posguerra que se ven en la película son los mismos de su infancia.
Hablar con él da profundidad y amplitud a los temas, no solo en la familia sino en todo lugar donde se presenta. Sea hablar de Fellini o de Jaime Saenz, de Nippur de Lagash o de Borges, de Matilde Casazola, Eduardo Mitre, Cerruto, o Garrincha y Pelé, Scorsese o Sanjinés, la Champions o la Libertadores?, así como de temas vinculados a la sociología. Su lucidez y erudición no tienen fin.
Muchos amigos me preguntaron de dónde viene el apodo del Cachín. Yo, la verdad, nunca estuve muy seguro. Así que decidí, no hace mucho, preguntarle y salir de la duda. ?l me contó que fue cuando era niño en Tupiza (nuestros papás administraban el cine ??Suipacha?) ya que su nombre es Luis Huáscar y confundieron el segundo nombre con ??Oscar?; pues resulta que allá en Tupiza y en otras partes a los ??Oscar? se los llama ??Cacho?; pero como era pequeño (quizá como un pajarillo), entonces lo comenzaron a nombrar con el apodo en diminutivo: ??Cachín?, lo que le quedó para toda la vida.
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