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Chantal Maillard - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Invitado


Domingo 24 de septiembre de 2023

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Cultural El Duende

Chantal Maillard

24 sep 2023

Chantal Maillard (Bruselas, 1951) Poeta, filósofa española-belga. Ha publicado los poemarios: Medea (2020), Cual menguando (2018), La herida en la lengua (2015), Balbuceos (2012), Hilos (2007), Matar a Platón (2004), Lógica borrosa (2002), Conjuros (2001), Poemas a mi muerte (1993) y La otra orilla (1990), entre otros. También publicó: En un principio era el hambre. Antología esencial (2015) y Lo que el pájaro bebe en la fuente y no es el agua. Poesía Reunida 2004-2020 (2022).

No existe el infinito

No existe el infinito:

el infinito es la sorpresa de los límites.

Alguien constata su impotencia

y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea,

y nace el infinito.

El infinito es el dolor

de la razón que asalta nuestro cuerpo.

No existe el infinito, pero sí el instante:

abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido;

en él un gesto se hace eterno.

Un gesto es un trayecto y una trayectoria,

un estuario, un delta de cuerpos que confluyen,

más que trayecto un punto, un estallido,

un gesto no es inicio ni término de nada,

no hay voluntad en el gesto, sino impacto;

un gesto no se hace: acontece.

Y cuando algo acontece no hay escapatoria:

toda mirada tiene lugar en el destello,

toda voz es un signo, toda palabra forma

parte del mismo texto.

Se hizo de noche al mediodía

Se hizo de noche al mediodía.

No pude respirar.

Tanto metal entre la carne,

aquel sabor a cieno

y sobre todo

el corazón oblicuo, sí, eso es,

el corazón oblicuo.

Como las tejas de un tejado,

resbalando.

El viento arriba

(había viento, sí, un viento suave).

Pero ya terminó. Una sombra

no hace la noche entera.

Volvamos cada uno a lo que nos distingue:

esa historia concreta, personal

que nos mantiene a salvo -mientras tanto.

Una sombra no hace la noche entera

-¿o sí la hace?

Axis mundi

Desciendo

desciendo al cuerpo y veo

la lombriz de mi espíritu

alojada en mi vientre.

Subo, subo en espiral

hacia el motor del mundo

huyendo

huyendo del mareo

del mal de ser sola

tan sola entre las vísceras

subo al latido

me alojo

en su arritmia y descubro

mi rostro de lombriz

adherida a las válvulas

y asciendo

sigo ascendiendo en busca

de una razón que diera

sentido a mi existencia

me deslizo en la tráquea

bloqueo las palabras

asciendo

resbalo. Hay un agua

viscosa tras los ojos

resbalo y se me pegan

imágenes de un mundo

apenas insinuado

asciendo y al llegar

a la cúpula descubro

que sus paredes lisas

transparentes, vacías

tienen la textura

carnosa de mi vientre.

He bajado al espíritu

he subido al instinto.

La misma lombriz tensa

el eje que mantiene

erguida mi cintura.

El nombre que le ponga

ahora será el tuyo

pero su nombre es el

de aquellos que he amado

de aquellos que amaré

es todos y ninguno

el eje que mantiene

erguida mi cintura

me previene de ti

te crea a mi medida

y asume el reto

de ser muchos

de ser tantos

que da la impresión

que no cabrá mi espíritu

adentro de este cuerpo

que no cabrá este cuerpo

adentro de mi espíritu

por eso muero un poco

cada vez que te nombro

y sin nombrarte apenas

alcanzo a definirme.

Mi vientre es quien pronuncia

las sílabas secretas

que se inscriben arriba

en la cúpula.

Mi existencia es señal

de un fuego

que arde eternamente

en sí mismo.

Anduve por el dorso de tu mano, confiada?

Anduve por el dorso de tu mano, confiada,

como quien anda en las colinas

seguro de que el viento existe,

de que la tierra es firme,

de la repetición eterna de las cosas.

Mas de repente tembló el universo:

llevaste la mano a tus labios

y bostezando abriste la noche

como una gruta cálida.

Llevabas diez mil siglos despertando

y el fuego ardía impaciente en tu boca.

Iniciación

Estoy creciendo de la nada.

Mis ojos tantean

la claridad difusa

mis manos

se posan y tantean

abro agujeros

mi cuerpo agujeros

en el cielo agujeros

tanteo las estrellas

agujeros que llueven

y es dolor

y el dolor penetra

mi cuerpo tantea

el dolor tal vez

el gozo

indaga

descubre el mí

mi boca dice

vuelvo sobre mí

misma y tanteo

¡es tanta la ceguera!

cierro los ojos

lo cierro todo

y de repente me abro

veo

veo lo que no hay

veo

estoy creciendo de la nada.

Maillard reflexiona sobre la filosofía y el poema y apunta: (a la filosofía) ??La descubrí a los 14 años. Ahí dejé de leer novelas. Había leído muchas, y cuando topé con Platón me puse a escribir un diálogo platónico. Me abrumó el descubrimiento de cómo razonar y llegar a conclusiones; eso era para mí un gran misterio y una cosa muy placentera poder ir descubriendo, frase tras frase, lingüísticamente, llegar de las premisas a una conclusión.

Era el tiempo de la adolescencia. Pero a los 15 años me puse a cantar, descubrí la poesía. Empecé a leer mucha poesía. Las dos cosas no se pueden mezclar. Me lo dijo un profesor de filosofía. Cuando hablamos de pensamiento es más amplio que lo que llamamos filosofía. Tiene su historia, su estructura y se han pensado ciertas cosas, pero la mayoría no. Cosas que parecen importantes, pero tenían que ver más con conceptos que con otras cosas contra las cuales empecé a escribir. El pensamiento es algo más. No se puede decir que el poema no tiene pensamiento, sería absurdo.?

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