En días recientes la idea de organizar un partido político de los trabajadores ha estado dando vuelta en diferentes ámbitos y generando diversas reacciones, especialmente en niveles donde se piensa que ya es tiempo de cambiar la vieja estructura política nacional, que hasta no hace mucho tiempo atrás se debatía en un racimo de organizaciones que con mínimas exigencias podían convertirse en partidos y participar en elecciones, por supuesto una mayoría de estos entes transitorios no alcanzaban los votos necesarios para justificar su presencia como partidos.
Lo que sobresale en este recuento de cosas es que la democracia permite ese ir y venir de dirigentes, afanosos en organizar “tiendas” políticas con una variedad de siglas, pero mayormente sin principios que sustenten claramente sus intenciones de servicio a la colectividad y menos que respondan a ciertas ideologías, que en algunos casos aparecen “resfriadas” por los cambios que se han producido en el contexto internacional y que ya no pueden ser utilizados como ejemplo o modelo para proponer cambios en nuestra nación.
La posición oficialista gobernante ve con recelo la intención de los trabajadores de organizar un nuevo partido y sustentarlo con ciertos principios que pese al tiempo que ha transcurrido tienen cierta vigencia en las clases sindicales, tal la tesis de Pulacayo, aprobada en 1970 y según dirigentes radicales de la izquierda es parte fundamental de un partido que sigue siendo referente del sector, el POR, que de acuerdo a los actuales promotores de organizar un frente político ya no constituye la base de los nuevos principios en los que debe sustentarse una renovada y combativa línea política que responda a las inquietudes de las mayorías nacionales y enfrente al partido gobernante.
Hay quienes estiman como un proceso de fraccionamiento de la oposición la creación de un nuevo partido, lo que llevará a restar los votos ciudadanos para pensar en un recambio político en las próximas elecciones, posición que tiene cierto sustento cuando se habla de una oposición que en la actualidad está muy disminuida y que, de no transar para unificar fuerzas, terminará con un menudo porcentaje de votos atomizados y dispersos en un escenario que cada vez necesita de nuevos actores que coincidan mínimamente en principios e intenciones para captar la atención ciudadana.
La construcción de un instrumento político más puede tener efecto positivo si sus ideas, planteamientos, principios y su propuesta electoral despiertan los sentimientos de un conglomerado social que está en duda sobre lo que sucede en la actualidad y lo que puede venir, si no se definen estrategias de acción que propugnadas abiertamente sean respuesta a los anhelos populares.
Establecer un partido en la actualidad tiene que estar en relación directa con los tiempos sociales que vivimos los bolivianos, sin pretender adaptar líneas que fueron parte de un pasado que fue liquidado por la irrupción de nuevas ideas, especialmente entre aquellas que se consideran de corte socialista.
No faltan quienes opinan además que pensar en un partido político sólo con fines electoralistas y posiblemente en busca de algunos escaños parlamentarios no es una buena opción, pues en materia política y en nuestro país es posible el avance de propuestas que sean validadas por el criterio de la comunidad que sigue esperando cambios.
Fuente: LA PATRIA
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