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El ángel de la Libertad - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Domingo 10 de septiembre de 2023

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Revista Dominical

El ángel de la Libertad

10 sep 2023

Fuente: Victoruro Sepúlveda

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Encontrar un objeto conocido después de muchos años puede provocar emociones y recuerdos insospechados que no esperábamos volver a sentir. Es así que recientemente en el taller de tapicería ??El Lolo? de mi amigo Amid Vásquez en Iquique, entre sus herramientas y materiales encuentro una moneda antigua de 10 pesos chilenos que en su cara aparece una mujer alada con los brazos en alto y en las muñecas unas cadenas rotas. En su cintura la fecha 11-IX 1973 y abajo la palabra LIBERTAD. Arriba bordeando el contorno dice REPUBLICA DE CHILE. Al reverso, el sello indica el valor de 10 pesos con una corona de laureles y el año de emisión 1977. Al mirarla y volver a sentirla entre mis dedos provocó una avalancha de recuerdos y sentimientos que creía olvidados.

A esa imagen la llamaron ??El Ángel de la Libertad? que supuestamente habría ayudado a romper las cadenas y liberar al país del comunismo. El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile fue una detestable traición al presidente constitucional Salvador Allende, perpetrado por el entonces comandante en jefe del ejército Augusto Pinochet quien poco antes le había jurado lealtad y obediencia para defender la Constitución, lo que provocó una dramática división y polarización en el seno de las familias chilenas. De la noche a la mañana se acabó la sana convivencia entre hermanos y el derecho a pensar diferente. Los adversarios políticos pasaron a ser enemigos peligrosos para el régimen impuesto por la fuerza y comenzó una dura represión con persecución a los dirigentes políticos de la Unidad Popular y a sospechosos de comulgar con la izquierda, que en muchos casos pagaron con su vida la disidencia.

En mi caso particular me encontraba estudiando la carrera de Pedagogía en Educación Musical en la Universidad Católica de Valparaíso que en ese momento era conocida como ??El barómetro político de Chile? porque ahí se manifestaban libremente los estudiantes de todas las tendencias ideológicas y las pugnas entre los partidos políticos se hacían evidentes. Luego del Golpe Militar de septiembre del 73, en octubre de ese año llamaron a reanudar las clases suspendidas casi tres meses por la convulsión política y social que vivía el país. Las noticias emitían bandos militares que eran órdenes estrictas para tratar de reorganizar a la población bajo la bota militar. La Facultad de Música se encontraba en un antiguo convento franciscano en el cerro Barón con vista al puerto y compartíamos el edificio con el Instituto de Matemáticas. Al acercarnos al lugar había piquetes de soldados armados en todas las esquinas. En la puerta de entrada al convento una aglomeración de estudiantes debía registrarse y mostrar identificación para el ingreso que era controlado por Carabineros fuertemente armados en tenida de combate y unos guardias civiles con uniforme azul y un palo, que nunca habíamos visto. No existían hasta ese momento. Rápidamente con el ingenio popular fueron bautizados como ??Paquetes de Vela? (por los pacos y las velas que se vendían en un paquete azul). Una vez adentro, congregados en el patio los alumnos de ambas Facultades, y llega un enviado de la nueva Rectoría designada por los militares quien pronunció un encendido y agresivo discurso poniendo en claro las nuevas normas que todos deberíamos cumplir al pie de la letra desde ??hoy en adelante? y al que no le gustara se podía ir a su casa. Que el país había cambiado. Que se incorporaban nuevas materias de estudio para aprender Rectitud y Obediencia. Seguridad Nacional como ramo obligatorio sería dictado por un oficial de la Armada. Los jóvenes estarían obligados a usar traje formal con el pelo corto y sin barbas. Las señoritas debían vestir faldas o vestidos de colores sobrios. El uso de los pantalones para ellas estaba prohibido.

El control para el cumplimiento de estas nuevas disposiciones estaría en manos de este nuevo Cuerpo de Guardias privados, presentes en todas las facultades de la Universidad, es decir los ??Paquetes de velas?.

El descontento flotaba en el ambiente, pero nadie dijo algo por el temor a ser detenidos o desaparecidos como le estaba pasando a tantos en esos días. Los estudiantes universitarios de todo Chile sospechosos y en la mira de la Junta Militar. Al entrar en las aulas estaban todos los cursos disminuidos. Algunos compañeros no se atrevieron a volver y otros ya habían sido apresados. Un alumno de nuestro mismo curso hizo de soplón para decidir quién debía ser expulsado o detenido y quien podía seguir estudiando. El director de la carrera y los mejores profesores ya no estaban. A mi grupo lo llamaron de los ??Hippies Volados? por pelucones, usar vestimentas coloridas estrafalarias y fumar yerba. Debíamos firmar obligadamente una carta compromiso de no participar en política sin siquiera opinar, entre otras cláusulas ridículas para permanecer en la Universidad. Se decretó el Estado de Sitio con Toque de Queda y orden de disparar a los infractores. Las fuerzas armadas tomaron las calles en todo el país. Descabezaron los sindicatos tomando el control total de las fábricas, empresas estratégicas, gremios y actividades civiles. Se creó la DINA. (Dirección de Inteligencia Nacional) Organismo siniestro integrado por militares en retiro y en servicio activo además de reconocidos civiles de extrema derecha, con amplias facultades para investigar, perseguir, detener, asesinar y hacer desaparecer a los sospechosos de ser comunistas o tener ideas de izquierda afines a la Unidad Popular del derrocado presidente Salvador Allende. Se oficializó el soplonaje y cualquiera podía denunciar a su hermano o vecino de ser un peligro para el gobierno militar recién instaurado. Los allanamientos violentos y detenciones se volvieron pan de cada día y en las noches los disparos con ráfagas de metralletas y armas de guerra de grueso calibre se oían especialmente en los barrios periféricos y poblaciones populares en todas las ciudades de Chile. Se encendían hogueras para quemar libros, discos, banderas y todo tipo de elementos incautados que podían tener relación con el gobierno anterior. El terror, el miedo y la desconfianza se enquistaron en gran parte de la sociedad. Pasaron días, meses, años y nos fuimos acostumbrando a convivir con una realidad aberrante que duró 17 años. Es destacable que Chile fue el primer país en el mundo que eligió por la vía democrática a un gobierno socialista, marxista leninista y luego se liberó de la dictadura por el voto popular en las urnas.

Los intelectuales, jóvenes, artistas, poetas y músicos en la clandestinidad fuimos perdiendo el miedo y aplicamos el ingenio y la creatividad para inventar sutiles canales de expresión y manifestar el descontento. Cuando pude usar bigote me dejaba el lado izquierdo un poco más largo argumentando que era por tapar una cicatriz. Le llamaba el ??Bigote Protesta?. El arte se fue transformando en un instrumento de resistencia para toda una generación.

Terminando el año 1973 dejo mis estudios universitarios para contraer matrimonio y alquilo una casa quinta en Villa Alemana, comuna semi rural y tranquila distante a una hora en tren de Valparaíso. Instalo allí un pequeño laboratorio fotográfico, un taller de artesanía en telares y una sala de ensayos para hacer música. Actividades que permitían ganarme la vida. Albergo por un tiempo a un amigo artesano talentoso de origen mapuche que trabajaba en cuero y estaba siendo perseguido en Valparaíso por sus vínculos políticos.

Eduvino Enipane, personaje muy simpático y armónico con quien hicimos rápidamente amistad con los jóvenes artesanos locales de nuestra generación que vivían en comunidad en una parcela rural de Peña Blanca, pueblo vecino a Villa Alemana.

Nos juntábamos a menudo en la estación del ferrocarril al atardecer a conversar y compartir lo que cada uno tenía mientras pasaban los trenes. Esa amistad se fue transformando en hermandad y nos sentíamos relativamente lejos y a salvo de la violenta represión que ocurría en las grandes ciudades. A esa hermandad se le conoció después como ??El Molino Mental? porque la mente giraba como un molino y la gran cantidad de molinos de viento o Aero Bombas que había en la ciudad, la mayoría en desuso servían antiguamente para abastecer de agua de pozo a la población cuando no existía la red de agua potable. En la actualidad el Molino es el emblema oficial de Villa Alemana. Con los amigos artesanos de la Comunidad de Peña Blanca practicábamos el trueque. Ellos horneaban pan fresco todos los días y cambiábamos por naranjas, frutas y otros alimentos que producíamos en la casa quinta. Nos visitábamos a menudo para celebrar cumpleaños, fiestas y divertidas reuniones. Trabajábamos juntos en diferentes actividades. Nos prestábamos herramientas para los trabajos comunitarios y solidarios. Con uno de ellos inauguramos el Taller de Fotografías VICJU (por Víctor Hugo y Juan Vásquez). Atendíamos bautizos, matrimonios, colegios, graduaciones etc. Y todo acontecimiento social. Revelábamos las fotos en blanco y negro pues el proceso a color casi no existía y era muy caro.

En diciembre de 1974 nace mi primera hija, Amapola en Valparaíso. Durante mi ausencia dejé la casa al cuidado de mi amigo y ahora socio del taller VICJU. Después de pasar las fiestas de navidad y año nuevo con los abuelos en el puerto, decidimos regresar a la casa quinta con la niña recién nacida. Sería la primera o segunda semana de enero de 1975. Tomamos el tren de la tarde en la estación Puerto pensando que al llegar encontraríamos a todos los amigos del Molino Mental al atardecer como siempre en la estación de Villa Alemana y convocarlos para una fiesta de bienvenida a celebrar el nacimiento. Veníamos felices con planes e ideas para realizar juntos. Al bajar del tren nos ven un par de amigos y corren a nuestro encuentro para ayudarnos con el equipaje. También para contarnos que esa misma tarde mi casa había sido allanada por la DINA y la parcela de la Comunidad en Peña Blanca también. Las cuadras que separan la estación con mi casa se hicieron más largas que nunca y el tiempo de caminata con las rodillas temblando parecía eterno. Calles Latorre con Madrid. Al llegar al portón veo la luz encendida de la casa que estaba al fondo del terreno y un montón de basura en la puerta. Mi compadre Juan Vásquez sale a recibirnos con una expresión de terror en su cara que quedó grabada para siempre en mi memoria. Estaba desencajado y hablaba entrecortado muy nervioso. Me cuenta lo sucedido. Había llegado un grupo grande de marinos fuertemente armados con las caras pintadas y uniformes camuflados. También un grupo de civiles con lentes oscuros y pistolas asomando de entre sus ropas. Estuvieron más de tres horas revisando y revolviendo todo. Preguntaban insistentemente por los artesanos que le unían las cadenas al Ángel de la Libertad de las monedas de 10 y 5 pesos. Mientras los Marinos comían las frutas de los árboles en el patio, los civiles revisaban y destrozaban todo adentro. El laboratorio fotográfico lo dieron vuelta y velaron cajas de papel virgen y muchos metros de película que eran nuestros materiales de trabajo. Se llevaron un cajón con negativos 35 milímetros. La sala de ensayo deshecha. Sacaron toda la aislación acústica de las paredes, hecha con cartones de huevos y manzanas. Los instrumentos en el suelo. Los colchones tajeados y la ropa en el piso. Igual en la cocina el caos era mayúsculo.

El montón de basura en la puerta de entrada eran los libros, diarios, papeles y efectos personales que después de revisarlos minuciosamente los apilaron afuera. Las herramientas eran de su especial interés para descubrir la manera de unir las cadenas al Ángel de la Libertad en las monedas que ya andaban circulando. Nada sabíamos de eso. Nunca habíamos visto alguna hasta ese momento, pero nos dieron la idea de hacerlo y era muy fácil. Con un martillo, un clavo y suaves golpes dejaban una marca semejando los eslabones en la cadena de la moneda. Con el temor a que pudieran regresar, pero confiados en que nada habían encontrado para incriminarnos fuimos recuperando la confianza y nos atrevimos a unir nosotros esas cadenas pensando en el Ángel de la Libertad encadenado por la dictadura que nos había arrebatado la libertad.

Jugamos con el peligro al Cara o Sello lanzando la misma moneda al aire para que el nuevo Ángel de la Libertad encadenado nos cuide y decida a quién le tocará gastar y hacer circular las monedas intervenidas aquel día.

Chusakeri Bolivia

Fuente: Victoruro Sepúlveda
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