Bolivia y el rechazo a los transgénicos ¿Son verdaderamente dañinos para la salud?

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Aunque el auge de los alimentos genéticamente modificados se ve desde hace años, Bolivia siempre se mostró particularmente reacia a aplicar biotecnología en los cultivos. Según expertos consultados, esto puede deberse al total desconocimiento sobre este proceso, pero también a confusiones que resultaron en la �??satanización�?� de los también llamados alimentos transgénicos.

El experto argentino en tecnología HB4, Martín Mariani, explicó durante el V Congreso Internacional de la Soya el 5 de septiembre, que el proceso de los alimentos genéticamente modificados consiste básicamente en trasladar un gen de un producto a otro. Uno de los primeros ejemplos fue la transferencia de un gen del girasol al trigo y la soya; no obstante, actualmente hay una inmensa variedad de avances científicos que ampliaron las opciones.

�??Son mal llamados transgénicos. La palabra significa transportar un gen de una especie a otra (...). Hay tanta mala comunicación respecto a los alimentos genéticamente modificados; pero, por ejemplo, el queso, el vino y la cerveza se hacen con biotecnología porque se les incorpora bacterias mejoradas para potenciar la producción�?�, dijo Mariani.

Además, explicó que el uso de bacterias mejoradas con biotecnología no es exclusivo de la industria alimentaria. El campo de la salud también explota este recurso; uno de los ejemplos más claros es la vacuna contra el coronavirus, que se desarrolló empleando estos mecanismos.

Sin embargo, sus beneficios no se limitarían solo a eso. Los alimentos genéticamente modificados no necesitan tantas aplicaciones químicas para combatir plagas o enfermedades, tampoco requieren tanta agua como los convencionales. Estos problemas son muy recurrentes en los cultivos de Bolivia y los productores luchan por superarlos.

Ante la situación que se vive en Bolivia, manifestó que es necesario transmitir la información correcta sobre la biotecnología a la población y especialmente a los políticos. Paralelamente, también se debe trabajar en un marco normativo que se adecue a la región.

EL IMPACTO

Actualmente hay más de 200 millones de hectáreas en el mundo distribuidas en al menos 50 países donde se siembran organismos genéticamente modificados, con la garantía de inocuidad que respalda su riesgo nulo para el consumo.

Para dicho fin, se invirtieron millones de dólares en estudios para demostrar que el alimento modificado genéticamente es equivalente al convencional en aspectos como nutrición, impacto al medio ambiente y mucho más. Por tanto, existen pruebas suficientes para negar que los llamados transgénicos sean dañinos para la salud.

En ese sentido, Mariani manifestó que el Gobierno de Bolivia debería ver a los países vecinos como Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay donde se desarrollaron marcos regulatorios muy exitosos para esta tecnología. Además de comprobar que los beneficios no son solamente para los productores, sino para toda la nación con mayor producción y seguridad alimentaria.

EL PEDIDO EN EL PAÍS

Varios son los sectores y organizaciones que piden constantemente el uso regulado de la biotecnología en el país. Uno de ellos es la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), quienes recientemente enfatizaron en la necesidad de su aplicación urgente ante las grandes afectaciones a cultivos de trigo durante los últimos años.

Explicaron que la sequía, sumada a la falta de políticas, causaron daños en las cosechas y redujeron mucho su rendimiento. Como consecuencia, hace tiempo que la producción de este cereal ya no alcanza para cubrir la demanda de la población.

Por tanto, Anapo mandó al Ministerio de Medio Ambiente y Agua una solicitud de evaluación y aprobación del evento transgénico en trigo HB4 tolerante a la sequía, pensado para que los productores no pierdan tanto ante las inclemencias del tiempo.

No obstante, ante la permanente negativa del Gobierno nacional a aplicar estas medidas, los productores recurren a otras prácticas para no perder su producción. La siembra directa y la rotación de cultivos son algunas usadas para preservar la fertilidad del suelo.

Fuente: LA PATRIA