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Adiós a Milan Kundera - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Domingo 30 de julio de 2023

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Cultural El Duende

Adiós a Milan Kundera

30 jul 2023

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Milan Kundera murió este 11 de julio, a los noventa y cuatro años de edad, y la noticia me conmueve.

Como admiradora suya, y por lo común aficionada a la escritura de los muertos, me entusiasmaba pensar que compartíamos aire y época. Era uno de los pocos escritores contemporáneos que deseaba conocer. Lastimosamente, muchos solo lo relacionan o leyeron su famosa novela La insoportable levedad del ser, y no creo que sea la mejor.

Admiraba su lucidez para retratar los asuntos humanos y lo sutil, así como su capacidad para discurrir sobre los grandes procesos sociales y políticos del siglo XX, a partir de pequeños gestos. Ahora recuerdo, por ejemplo, aquel encantador y paradójicamente juvenil que hacía una mujer madura con la mano a la hora de despedirse. Kundera descubría lo grande en lo pequeño y viceversa.

También me gustaba porque hablaba de astrología con mucha seriedad. De hecho, era un ariano que, entre otras cosas, se dedicó a escribir horóscopos con pseudónimo de mujer cuando el Partido Comunista le vetó toda posibilidad de trabajo.

Conocía muy bien los entresijos de la condición y las relaciones humanas, esa nuestra ??levedad? que puede llegar a ser tan angustiosa, que pesa y también nos hace ridículos o tragicómicos, sobre todo cuando intentamos elevarnos sobre nuestro tamaño.

Ciertamente entre sus personajes hay bastantes hombres infieles ̶ mujeriegos voraces ̶ y mujeres vulnerables y dependientes, a los que retrataba con aparente e impresionante conocimiento de causa. Debo admitir que, a veces, resultaba exasperante; y es algo que, especialmente hoy, con el feminismo en boga, seguramente le vale la censura o la denostación de lectores miopes que confunden personajes, situaciones o testimonios con la voz y las creencias del autor o que pretenden invisibilizar ciertas realidades. Tal cual: acabo de leer que pasó de ser acusado de burgués capitalista (cínico, pornográfico, antisocialista, misógino y antifeminista) a machista heterobásico.

Leo igualmente que se jugó la vida por sus creencias antitotalitarias y que tuvo que exiliarse de su país Chequia en París, donde ejerció de pianista de jazz (este último, un bonito detalle que desconocía).

Vivió y padeció de cerca la transformación de los ideales comunistas en dogma y fanatismo. Cuando una simple broma podía causar la condena de una vida; perdidos ya ­en ??aras del bien común?? el humor, el criterio, la individualidad y la personalidad. Fue leal a sus creencias, valiente; y por esos rumbos caminaban sus obsesiones y su verdad.

Recuerdo un pasaje en el que, con inteligencia, igualaba la fe cristiana y la ??fe? en El Partido; y concluía que si la primera había sobrevivido a los años era porque se apoyaba en valores trascendentes, no inmanentes? Otro en el que el tiempo, sin miramientos, acababa igualando a antagonistas coetáneos de izquierda y de derecha, probablemente porque los asuntos vitales no pasan por ahí.

Pedazos de su obra me desalentaron, creo que por su escepticismo y falta de esperanza. No me extraña que lo tacharan de cínico. Pero eso es apenas una parte. Hay muy buenas razones para leerlo. Su escritura ensancha el mundo, no se deshace en la superficie. A mí, por ejemplo, me hizo comprender los móviles y el infierno de los celos, me permitió acercarme a la ambivalencia de los sentimientos y los actos humanos, confirmar nuestro talento para la estupidez?; así como vislumbrar el dibujo de una Europa hecha de trazos desordenados y, por ratos, furiosos.

Gran observador, Kundera ensayaba y alternaba ojos de psicólogo, filósofo, antropólogo, sociólogo e historiador, pero encontró en la literatura, y especialmente en la novela, la atmósfera gozosa de la convivencia, y allí confluía con todo su equipaje e ironía; aprovechando, con habilidad, la contundente lógica de lo poético y ejerciendo una característica de los grandes: la compasión.

Creo que Milan Kundera se merece una lectura más allá de lo ideológico. En el mejor de los casos, una lectura desde la vida y lo literario (valga la redundancia); no desde hormas o aparatos hermenéuticos y prefabricados que entorpecen la visión.

Agradezco y brindo por él, por lo que nos deja y aquí se queda.

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